
Un estudio reciente indicó que un número creciente de personas que no fuman está siendo diagnosticado con cáncer de pulmón, y se plantea que la contaminación del aire podría ser un posible desencadenante.
El estudio realizado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, que fue publicado en The Lancet y utiliza datos de 2022, estima que cerca de 200,000 de los nuevos casos de cáncer se atribuyen a la contaminación del aire.
Hablamos de un tipo de cáncer que tiene la mayor incidencia en todo el mundo y que causa el mayor número de muertes.
A lo largo de muchos años, se ha relacionado casi exclusivamente con el uso de tabaco. Sin embargo, este estudio revela que el tabaquismo ha perdido algo de importancia como causa de la enfermedad, aunque continúa siendo el principal factor de riesgo.
El cáncer de pulmón en personas que no fuman se ha establecido como la quinta causa de decesos por cáncer en todo el mundo, según datos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés). Asimismo, está íntimamente vinculado con la respiración de aire contaminado por partículas en suspensión (PM, acrónimo en inglés).
Contaminación del aire y su relación con el cáncer
La conexión entre la contaminación y el cáncer de pulmón ha sido identificada y aceptada desde hace mucho tiempo. En este contexto, el estudio citado indica que la contaminación del aire podría estar vinculada al incremento del adenocarcinoma y su elevada incidencia en personas que nunca han fumado.
La verdad es que, en un mundo donde respirar aire limpio es más raro que habitual (como indica un informe de IQAir de 2024, solo 7 naciones en el mundo tienen aire seguro), es previsible que los casos continúen aumentando.
Los contaminantes que representan mayor preocupación para la salud pública abarcan partículas, monóxido de carbono, ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre. Todas las personas están sometidas a la contaminación del aire, aunque el nivel de exposición puede diferir según las poblaciones, las regiones geográficas y las condiciones del entorno.
Hay múltiples factores que contribuyen a la mala calidad del aire que inhalamos: la quema de combustibles fósiles para el transporte, la producción de energía y la manufactura; la deforestación, la limpieza de terrenos y los incendios, además de la falta de conservación y cuidado del arbolado urbano, que a menudo se ignora.