
Eran las tres de la mañana del 4 de julio cuando el río Guadalupe comenzó a salirse de su cauce. En cuestión de minutos, las lluvias torrenciales que azotaban el centro de Texas se convirtieron en una devastadora inundación que arrastró casas, autos y vidas. En Kerr, murieron más de 27 personas, entre ellas niñas que estaban dormidas en diferentes campamentos.
Según explicó un análisis reciente de ClimaMeter —un proyecto del Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente—, esto no sucedió por simple casualidad.¿El motivo?Se confirmó que el cambio climático intensificó las lluvias que causaron la catástrofe. Cuanto más caliente esté el planeta, más humedad puede retener la atmósfera. Y cuando cae, lo hace como un balde entero: rápido, violento y letal.
Es importante mencionar que, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, el nivel del río en Hunt, Texas, subió 30 centímetros cada cinco minutos hasta superar los 9 metros. Una de las sobrevivientes, Callie McAlary, de 16 años, compartió su testimonio con el medio Fox News: “Sabía que algunas chicas durmieron en baúles esa noche, otras tuvieron que compartían camas, otras durmieron en el suelo porque no podían volver a su cabaña.Estaba inundada en tres de ellas”, relató.
Y agregó una escena que hiela la sangre: “Me puse mi etiqueta con mi nombre porque temía que si el agua llegaba a nuestra cabaña, al menos llevaría mi nombre en el cuerpo”.
Dentro de los antecedentes, en 1987, una inundación repentina en el mismo condado mató a diez adolescentes. Hoy, más de veinte campamentos bordean el río Guadalupe. Esta vez, muchos lograron evacuar a tiempo.
Los expertos señalan que los campamentos de verano están cada vez más expuestos a los efectos extremos del clima. El calor sofocante, la proliferación de garrapatas, los incendios forestales y la contaminación por humo han dejado de ser excepcionales.Ahora son parte del paisaje.
“Si te estás sobrecalentando, puedes estar seguro de que los niños con los que estás también se están sobrecalentando”, explicó a Associated Press la doctora Alison Tothy. “Antes no lo teníamos en cuenta como ahora.Es una causa real de enfermedad”, subrayó.
Y no solo es el calor.El humo de incendios forestales ha obligado a evacuar campamentos en Colorado, mientras que en Connecticut, en 2011, una docena de Girl Scouts se descompensaron por el calor y el campamento debió cerrar temporalmente, informó Inside Climate News.
La Asociación Americana de Campamentos estima que más de 20 millones de niños participan cada año en estos espacios.
Frente a este escenario, algunos campamentos están adaptando su infraestructura. Por ejemplo, instalan ventiladores, ajustan horarios e incluso incorporan talleres sobre cambio climático. Sin embargo, en muchos casos, la única opción termina siendo la más dura: enviar a los chicos a casa.
La periodista Kiley Price, autora del reportaje original publicado el 8 de julio en Inside Climate News, recuerda que esta no es una crisis aislada. En la misma semana, Carolina del Norte sufrió otras inundaciones y el país entero sufrió una ola de calor inédita. “Estos eventos simultáneos muestran que estamos ante un nuevo tipo de normalidad climática”, escribió.
Y mientras los niños intentan dormir en cabañas que alguna vez fueron refugio y ahora son trampas de agua, la pregunta se impone: ¿cuánto más se puede ignorar el vínculo?¿entre catástrofes naturales y emergencia climática?
