
De acuerdo con un informe elaborado por un grupo internacional de más de 60 investigadores y publicado en la revista Earth System Science Data, si el mundo continúa emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual, en apenas dos años se agotará el margen que queda para evitar que la temperatura global supere el umbral de 1,5 °C. Cruzar ese límite podría desencadenar una cadena de eventos climáticos extremos con consecuencias para millones de personas.
La conclusión es categórica: el tiempo se agota y el nivel de acción global sigue muy por debajo de lo necesario. “La cantidad de carbono que todavía podemos liberar a la atmósfera se reduce de forma alarmante”, advirtió el profesor Joeri Rogelj, investigador del Imperial College de Londres. Según explicó, si se desea mantener una probabilidad razonable —del 66%— de que el calentamiento no supere los 1,5 °C, a partir de 2025 solo se podrían emitir 80.000 millones de toneladas más de dióxido de carbono. Con los niveles actuales de emisiones, ese presupuesto se agotaría antes de 2027.
En 2024, el mundo marcó un nuevo récord de emisiones y también registró el año más cálido de la historia. Esa tendencia deja pocas dudas sobre la dirección en la que se avanza. “A esta altura, es probable que el mundo supere el umbral de 1,5 °C. Pero cada fracción de grado que podamos evitar marcará una diferencia real en términos de sufrimiento humano y daños ambientales”, remarcó Rogelj.
Los impactos ya están aquí
El calentamiento global no es un riesgo futuro. Los fenómenos meteorológicos extremos —olas de calor, sequías prolongadas, incendios forestales e inundaciones costeras— ya están afectando a comunidades enteras. Y los océanos, que absorben el 90% del exceso de calor, están alcanzando temperaturas récord.
“La cantidad de calor atrapado por el planeta ha aumentado un 25% respecto a la década anterior”, explicó el profesor Piers Forster, de la Universidad de Leeds, otro de los autores principales del informe. “Estamos observando una aceleración sin precedentes en el aumento del nivel del mar y en el ritmo del calentamiento”, agregó.
Ese ascenso en los mares, impulsado por el derretimiento de glaciares y capas polares, ya supera los 4 milímetros anuales. De mantenerse esta tendencia, algunas zonas costeras podrían volverse inhabitables, forzando migraciones masivas tierra adentro.
El retraso en las decisiones cuesta caro
Aunque la transición hacia energías renovables avanza —especialmente en la producción solar y eólica—, la demanda energética global crece aún más rápido. Esa brecha se está cubriendo con más combustibles fósiles, lo que agrava el problema de fondo.
La doctora Karina Von Schuckmann, de la organización Mercator Ocean International, alertó sobre otro aspecto crítico: “El calentamiento de los océanos está afectando seriamente a los ecosistemas marinos. Esto no solo pone en peligro la biodiversidad, sino también a las comunidades costeras que dependen del mar para sobrevivir”.
Von Schuckmann sostuvo que 2024 marcó un récord en la temperatura de las aguas a nivel global, algo que intensifica tormentas, modifica las corrientes y altera los ciclos biológicos marinos. «Lo que ocurre bajo la superficie también impacta directamente en la vida de millones de personas», dijo.
Una última oportunidad
Si bien mantener el objetivo de 1,5 °C parece cada vez más improbable, aún es posible limitar el daño. Por ejemplo, estabilizar el calentamiento en torno a 1,7 °C requeriría limitar las emisiones a unas 390.000 millones de toneladas, lo que dejaría un margen de unos nueve años.
La próxima Cumbre Climática de la ONU, la COP30, se perfila como un punto de inflexión. Allí, los países deberán comprometerse con recortes mucho más ambiciosos, si quieren evitar un escenario de caos climático global.
Como sintetizó el profesor Rogelj: “Cada año que pasa sin una acción decidida nos deja más cerca de un futuro que nadie desea. Pero actuar ahora —aunque sea tarde— todavía puede marcar la diferencia”.
