
En las festividades de fin de año, los fuegos artificiales iluminan el cielo con colores vibrantes, creando un espectáculo visual que marca el inicio de un nuevo año. Sin embargo, detrás de este deslumbrante resplandor, se oculta un impacto ambiental que afecta tanto la calidad del aire como la salud de las personas. Estudios han revelado que la pirotecnia, además de ser una fuente de celebración, es también una generadora de contaminantes atmosféricos antropogénicos, cuyos efectos se extienden más allá del momento festivo.
Una explosión de partículas en el aire
La utilización de fuegos artificiales en celebraciones como la Navidad y Año Nuevo provoca un aumento significativo en la concentración de material particulado (PM) en el ambiente. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) señala que esta exposición a corto plazo a la PM relacionada con la pirotecnia puede agudizar enfermedades respiratorias como el asma, desencadenar problemas cardiovasculares y reducir la función pulmonar. Quienes se encuentran en mayor riesgo son los niños, ancianos y personas con condiciones médicas preexistentes.

Más allá de la fiesta, impacto en medioambiente
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Birmingham y el Health Effects Institute de Boston arrojó luz sobre la persistencia de los niveles de PM después de los eventos pirotécnicos. El autor principal, Ajit Singh, destacó que los niveles de PM suelen retornar a su estado base en un lapso de 24 horas. Además, señaló que la pirotecnia no es la única responsable, ya que plantas de energía y vehículos también contribuyen al aumento de los niveles de PM, afectando negativamente la calidad del aire y la salud humana.
Meteorología y pirotecnia, una combinación peligrosa
Las condiciones meteorológicas juegan un papel crucial en el impacto de los fuegos artificiales en la calidad del aire. Durante eventos pirotécnicos en otoño e invierno, como las fiestas navideñas en el hemisferio norte, las bajas temperaturas y la escasa velocidad del viento favorecen la acumulación de contaminantes. Francis Pope, coautor del estudio, resaltó que la alta carga de PM puede llevar a una pérdida significativa de visibilidad, afectando no solo la salud, sino también la seguridad.

Efectos respiratorios y metales tóxicos
Diversas investigaciones han demostrado que la exposición a corto plazo a la contaminación del aire de fuegos artificiales puede desencadenar problemas respiratorios, desde tos y flema hasta dificultad para respirar. Esto aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y rinitis alérgica. Además, los metales presentes en los fuegos artificiales, como aluminio, cromo y cadmio, pueden tener efectos perjudiciales en la salud respiratoria.
Menos contaminación, pero aún relevante
Un estudio en 31 ciudades capitales provinciales de China durante el Festival de Primavera reveló una disminución significativa de varios contaminantes del aire durante eventos pirotécnicos. Sin embargo, las concentraciones de PM2.5, a pesar de las mejoras en la calidad del aire, siguen siendo relevantes. Esto destaca la importancia de controlar el uso de pirotécnicos para proteger la salud humana y mantener la calidad del aire, incluso en lugares donde las políticas de control de la contaminación han tenido un impacto positivo.
Repensar la celebración
Si bien los fuegos artificiales han sido una tradición arraigada en las festividades, es imperativo considerar su impacto en el medio ambiente y la salud. La belleza efímera del espectáculo pirotécnico no debe opacar los riesgos que conlleva. Es hora de repensar nuestras celebraciones y explorar alternativas más sostenibles y seguras para dar la bienvenida al nuevo año. Tal cual exigen las organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, la protección del medio ambiente y la salud de la población deben ser prioridades en cada celebración que emprendamos.