El 10% de los multimillonarios es responsable del 66% del calentamiento global

Stencil de Donald Trump con el mensaje "Time to Resist. Fight the Billionaire Takeover" realizado por Greenpeace sobre una superficie gris.

El calentamiento global tiene principales culpables. Y, vaya sorpresa, no son quienes más padecen sus efectos. Si bien cada ser humano aporta su granito de arena para el deterioro o el cuidado del planeta, hay quienes en vez de un con granito, contribuyen con verdaderas montañas. Esta minoría multimillonaria toma decisiones que afectan a todo el mundo. Y lo hacen pensando solamente en sus cuentas bancarias.

De acuerdo con un estudio publicado recientemente en la revista científica especializada Nature Climate Change, desde 1990 a la actualidad, el 10% de la población más rica es responsable de dos tercios del calentamiento global acumulado. Este hallazgo debe alertar a los ciudadanos del mundo sobre las consecuencias para el planeta del modelo económico en que vivimos, centrado en el consumo y la acumulación ilimitada de riquezas.

El mundo actual no es equitativo. Unos pocos concentran la mayor cantidad de capitales. Y esos mismos individuos son quienes están detrás de las medidas que han llevado al planeta a la crisis climática en la que se encuentra. En conclusión: ellos se hacen multimillonarios, pero todos sufrimos las consecuencias de su codicia.  

La triste e injusta desigualdad del cambio climático

Las emisiones de dióxido de carbono no aparecen de la nada. Son generadas a través de decisiones concretas: qué se produce, cómo se transporta, dónde se invierte, qué tipo de energía se utiliza. Y las personas más ricas del planeta (en especial el 1 % más privilegiado) son quienes toman estas decisiones cada día a través de sus inversiones. 

¿El resultado? Olas de calor cada vez más mortales, sequías que arrasan cosechas y eventos extremos (desde inundaciones e incendios forestales hasta marejadas y huracanes) que afectan sobre todo a las personas más vulnerables. Es decir, a quienes menos culpa cargan sobre sus espaldas. 

Los datos del estudio encabezado por la científica Sarah Schoengart, del centro ETH Zurich, muestra que el 1 % más rico del planeta contribuyó ¡26 veces más! a las olas de calor que el resto de los seres humanos. Además, fue responsable de un impacto ¡17 veces mayor! sobre las sequías que afectan a la selva amazónica, uno de los ecosistemas más importantes para contrarrestar el cambio climático. 

A mayor capital, mayor huella ambiental

Las emisiones de dióxido de carbono no se distribuyen de forma proporcional entre todos los ciudadanos del planeta. Este estudio dejó en evidencia que las regiones tropicales del mundo (el Amazonas, el sudeste asiático o el sur de África) son quienes más padecen los efectos de la crisis climática. Sus poblaciones se enfrentan cada día a sequías, falta de alimentos y desplazamientos forzados ocasionados por el cambio climático. ¿Qué lugar ocupan en el ranking de culpabilidad? Son quienes menos contribuyen. 

En el otro extremo se encuentran las personas más ricas del planeta. No solo producen emisiones a través de sus estilos de vida, sino (principalmente) a través de sus inversiones financieras. Estas personas financian a las empresas que más huella de carbono tienen: desde industrias extractivas y de combustibles fósiles, hasta grandes productoras de plástico. 

Por eso, desde organizaciones ambientalistas como Greenpeace se está abogando porque (en vez de castigar con impuestos a la producción directa de dióxido de carbono) se empiece a aplicar impuestos a las emisiones relacionadas con las inversiones. 

Un sistema tributario que no funciona

A pesar de este panorama, la mayoría de los intentos por establecer impuestos que graven el patrimonio de las personas más ricas del mundo no han prosperado. En el G20 de 2023, Brasil presentó un proyecto para que se cobrara un impuesto de ¡apenas un 2%! Para aquellos multimillonarios con más de mil millones de dólares de patrimonio. 

En ese momento, los líderes del G20 dijeron estar dispuestos a cooperar para que los super ricos pagaran por lo que generan. Pero obviamente, con el tiempo miraron para otro lado y todo quedó en la nada. La falta de seguimiento de estas iniciativas muestra lo difícil que es luchar contra los intereses de las grandes fortunas y las corporaciones transnacionales. 

Y la reciente vuelta de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, es un ejemplo de cómo ha habido una tendencia entre los ciudadanos de a pie por reforzar el debilitamiento de las políticas ambientales que puedan afectar los intereses económicos de los sectores más poderosos.