
En un entorno global cada vez más centrado en avanzar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, el hidrógeno verde surgió como una opción prometedora para reducir las emisiones de dióxido de carbono y avanzar hacia una economía más sostenible.
En este contexto, Argentina aparece como un país con importante potencial para producirlo y exportarlo, aprovechando sus recursos naturales y su experiencia en la industria energética. ¿Cuál es el estado actual de este proceso?
Datos y beneficios
El hidrógeno verde se produce mediante electrólisis del agua utilizando energías renovables como el sol o el viento.
A diferencia del hidrógeno tradicional, que se obtiene principalmente a partir de combustibles fósiles y produce emisiones de dióxido de carbono, el hidrógeno verde es completamente limpio y no produce gases de efecto invernadero en su proceso de producción.
Esto lo convierte en una opción atractiva para aplicaciones que van desde el transporte hasta el almacenamiento de energía y la industria química.
Argentina tiene condiciones favorables para la producción de hidrógeno verde, incluidos abundantes recursos renovables como la energía solar y eólica y vastas áreas de tierra aptas para la producción de biomasa.
Además, el país ya cuenta con una industria energética y una red de infraestructura establecidas que podrían adaptarse para respaldar la producción y distribución.
Un camino prometedor
En los últimos años, se comenzó a explorar activamente las posibilidades del hidrógeno verde como una nueva fuente de ingresos y una forma de promover la transición hacia una economía más sostenible.
En 2020, el gobierno argentino presentó su Plan Nacional del Hidrógeno, que tiene como objetivo promover la producción, investigación y desarrollo de tecnologías de hidrógeno verde.
Una de las áreas centrales del proyecto es el transporte. Argentina depende en gran medida del transporte por rutas y tiene un número importante de vehículos que funcionan con combustibles fósiles.
La introducción de vehículos eléctricos de hidrógeno puede reducir significativamente las emisiones de dióxido de carbono y mejorar la calidad del aire urbano, diversificando la matriz energética del país y reduciendo la dependencia de combustibles importados.
Además del transporte, también podría desempeñar un papel importante en la producción y el almacenamiento de energía a gran escala.
Argentina ya comenzó a explorar proyectos de energía renovable a gran escala, como parques solares y eólicos, que podrían complementarse con la producción de hidrógeno verde para su almacenamiento y uso posterior cuando la demanda de energía renovable sea alta o su disponibilidad sea baja.
Otro punto importante a considerar es el potencial del hidrógeno verde como fuente de ingresos para Argentina a través de nuevas exportaciones.
Gracias a su abundancia de recursos naturales renovables y su ubicación estratégica como el cono sur de América Latina, podría convertirse en un importante exportador de hidrógeno verde a mercados internacionales como Europa y Asia, donde la demanda de energía limpia está creciendo.
Factores a atender
Si bien ofrece muchas oportunidades, también presenta importantes desafíos que deben abordarse para su implementación exitosa.
Uno de los mayores desafíos es la necesidad de invertir en infraestructura y tecnología para la producción, almacenamiento y distribución a gran escala de hidrógeno verde. Esto requiere colaboración entre el gobierno, el sector privado y la comunidad científica para desarrollar e implementar las soluciones necesarias.
Además, es importante garantizar que la producción de hidrógeno verde sea verdaderamente sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Esto significa que la producción de energía renovable utilizada en el proceso debe gestionarse de manera responsable, y evitar efectos negativos en los ecosistemas locale, además de maximizar los beneficios sociales y económicos para las comunidades involucradas.
Ofrece una oportunidad única para diversificar su matriz energética, reducir las emisiones de dióxido de carbono y posicionarse como un factor clave en la transición hacia una economía sostenible a nivel mundial.
Si se enfrentan adecuadamente los desafíos y se aprovechan las oportunidades, puede convertirse en un motor para el crecimiento económico y el desarrollo del país, al tiempo que contribuye a la lucha contra el cambio climático.