María Eugenia Di Paola: “Si no es con las comunidades, no hay cambio real”

Vista panorámica de un humedal con plantas acuáticas, agua tranquila que refleja el cielo azul y un bosque verde al fondo.

En una sala del edificio de la ONU en Buenos Aires, los mapas de humedales y corredores biológicos se mezclan con fotos de pescadores, paneles solares y ríos que atraviesan aldeas. María Eugenia Di Paola, coordinadora del Programa de Ambiente y Desarrollo Sostenible del PNUD en Argentina, no habla en abstracto: cada foto es una historia. “Yo no puedo pensar el ambiente separado de la gente. Si no es con las comunidades, no hay cambio real”, dice, acomodando un dossier que trae anotaciones a mano.

Abogada, con especialización en derecho ambiental, su trayectoria combina pasos por la sociedad civil, organismos públicos y cooperación internacional. “En todos esos lugares entendí lo mismo: el ambiente atraviesa todo, desde cómo producimos hasta cómo nos movemos en la ciudad”, afirma.

Uno de sus proyectos actuales busca restaurar humedales en la cuenca del Paraná. “No se trata solo de plantar especies nativas. Es trabajar con pescadores, capacitarlos, mejorar su acceso a mercados y garantizar que puedan vivir de lo que el ecosistema les da sin agotarlo”, explica. Y agrega: “El desarrollo sostenible no es un eslogan; es la posibilidad de generar oportunidades cuidando el capital natural”.

Recuerda que la pandemia aceleró debates que parecían lejanos. “Aprendimos de la peor manera que la degradación de los ecosistemas aumenta el riesgo de enfermedades zoonóticas. Cuidar la naturaleza también es una estrategia de salud pública”, señala.

En su oficina hay fotos de mujeres instalando cocinas eficientes en zonas rurales. “Este proyecto bajó el uso de leña, mejoró la salud de las familias y redujo la presión sobre el bosque”, cuenta, con un tono que mezcla datos con orgullo.

Di Paola no esconde la dificultad de sostener la agenda ambiental en contextos de crisis económica. “Siempre aparece esa falsa dicotomía entre desarrollo y ambiente. Pero sin recursos naturales sanos no hay base para la economía”, insiste. Y subraya: “No estamos hablando de lujo; estamos hablando de lo que nos permite vivir”.

En sus intervenciones públicas repite que la transición a una economía baja en carbono debe ser inclusiva. “No podemos pedirle a una comunidad que deje de talar si no le damos alternativas. No podemos pedirle a un productor que cambie su forma de sembrar sin acceso a crédito o capacitación”, señala.

Cuando se le pregunta por los mayores obstáculos, no duda: “Resistencias políticas, intereses económicos y falta de financiamiento. Pero también falta de información: mucha gente no sabe qué impacto tienen ciertas prácticas hasta que ve las consecuencias en su propia salud o en el bolsillo”.

Di Paola cree en el trabajo en red. “No es un ministerio, una ONG o un organismo internacional. Es un entramado. Y si uno falla, todo el sistema pierde fuerza”, explica. Esa lógica la aplica al coordinar proyectos que involucran a gobiernos provinciales, municipios, universidades y empresas.

En su agenda también figuran temas como energías renovables, agricultura sostenible y turismo de naturaleza. “Argentina tiene un potencial enorme. Lo que necesitamos es pensar a 20 años, no a 2. Las políticas ambientales no pueden depender de un ciclo electoral”, dice.

Antes de despedirse, vuelve a una idea que repitió varias veces durante la charla: “La transición no es opcional. Y mientras más tardemos, más difícil será corregir el rumbo”. Después mira los mapas sobre la mesa y señala uno: “Acá vamos a trabajar el próximo año… si logramos cerrar el financiamiento”.