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Qué son los vertederos de ropa en el mundo: el impacto de la moda rápida desde el Desierto de Atacama hasta Ghana

Montaña de ropa desechada apilada sobre el agua en un entorno natural rodeado de montañas y vegetación.

Si alguna vez te has preguntado qué ocurre con la ropa que ya no se usa, aquí te damos la respuesta. Sin embargo, te adelantamos que, sin importar si decides donar, revender o reciclar, su destino final no es lo que piensas.

Demasiado desecho textil y la eterna culpable: la moda rápida

Es una realidad difícil de aceptar, pero hay que mencionarla: la moda rápida solo tiene dos propósitos. Primero, produce una satisfacción momentánea en los consumidores que dura lo justo para motivar más compras. Segundo, genera enormes beneficios para las marcas que distribuyen estas prendas alrededor del mundo.

Más allá de eso, el sistema de la moda rápida solo causa problemas. En primer lugar, tiene efectos adversos sobre los trabajadores de la industria que laboran en condiciones deplorables, realizando jornadas agotadoras por salarios muy bajos.

Sin duda, también es perjudicial para el medio ambiente, de donde extrae recursos en exceso (la industria textil utiliza 215 mil millones de litros de agua al año, lo que equivale a 86 millones de piscinas olímpicas, y produce el 9% de los microplásticos que contaminan nuestros océanos).

Sin embargo, su impacto no termina ahí, ya que al cerrar el ciclo, la moda rápida –con sus fugaces tendencias y precios atractivos– aumenta el número de prendas que se deshechan. En lugar de ser recicladas, muchas son exportadas, lo que solo pospone su destino final: acabar en ecosistemas naturales donde dejarán su rastro contaminante durante siglos.

Países que sirven como “vertederos de ropa”

Las cantidades de ropa desechada por diversas naciones, especialmente las más ricas, son increíbles. La cantidad de prendas usadas exportadas desde la Unión Europea se ha triplicado en los últimos 20 años, aumentando de 550,000 toneladas en el 2000 a 1.4 millones de toneladas en 2019.

Ante esta situación, Europa (así como Estados Unidos y China) no tiene la capacidad de reciclar todo lo que desecha. Por eso, una gran porción de los textiles recogidos se comercializa y se exporta hacia Asia y África. En particular, países como Pakistán, Malasia, Kenia e India están importando cada vez más volúmenes. En América Latina, Chile y Guatemala son los principales importadores, ya que son prácticamente los únicos en la región que no cobran impuestos ni imponen restricciones de cantidad para el ingreso de ropa.

En resumen, lo que se omite con frecuencia sobre el modelo de producción excesiva de ropa económica, conocido como «moda rápida», es que las naciones del Sur Global son componentes clave en este proceso. Lamentablemente, funcionan como vertederos de textiles, acumulando los residuos que las naciones más ricas ya no necesitan.

A su vez, esto lleva a que se trasladen los costos relacionados con el medio ambiente y la salud pública, como sucede en Ghana, mientras que Uganda, Ruanda y Zimbabue han decidido prohibir o limitar la llegada de lo que llaman «neocolonialismo textil».

Desde Chile hasta Ghana, la basura textil se convierte en un elemento cotidiano. En su artículo en el diario Página 12, la autora y periodista argentina Mariana Enriquez expone dos lugares distantes, pero conectados por esta problemática.

«Cada año, Chile importa 60,000 toneladas de ropa desechada y se posiciona como el cuarto mayor importador de textiles de segunda mano a nivel mundial. Parte de esta ropa se vende de nuevo, pero al menos 40,000 toneladas son desechadas de forma ilegal en el desierto. El vertedero se encuentra cerca de Alto Hospicio, donde hay montones de basura al aire libre; además, parte se entierra y otra se quema. Algunas personas podrían pensar que es solo ropa, pero olvidan que la industria de la moda es una de las más contaminantes del planeta: consume el 20% del agua global y genera el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La principal culpable es la moda rápida, que se basa en prendas baratas compradas y rápidamente descartadas al cambiar las tendencias.»

«En Accra, la capital de Ghana, se observan montañas de ropa por doquier. Ghana es el mayor importador a nivel mundial de ropa usada, con cerca de 15 millones de toneladas que llegan cada semana, conocidas como obroni wawu, que significa ‘ropa de blancos muertos’. El mercado de ropa de Accra se llama Kantamanto. Muchos trabajan allí, aunque la mayoría no está satisfecha. En documentales como Textile Mountain, lanzado en 2020 –uno de los muchos disponibles– se pueden ver vendedores frustrados porque la ropa que reciben es desechable: muchas piezas están dañadas, manchadas o en condiciones muy malas.»

La moda y la expresión personal no son aspectos «rápidos». Por lo tanto, reconocer esta situación derivada de la moda rápida no debe ser confundido en ningún momento con la apreciación de la moda como una vía esencial para la expresión individual y cultural, como un espacio para el placer, el juego y la creatividad, que también permite desarrollar un estilo personal y disfrutar, todo lo cual es posible mediante un consumo responsable y un cuidado del planeta.