
El 8 de abril, la noticia sobre el «renacimiento» de una especie de lobo que había estado extinta durante 12,500 años se difundió rápidamente en cuestión de minutos. Las fotos de los tres cachorros nacidos a través de este proceso de “des-extinción” aparecieron en pantallas de todo el mundo, sorprendiendo (y quizás impresionando) a una audiencia global.
Pasado el asombro inicial, es importante plantear ciertas preguntas y reflexionar sobre lo que esto significa en relación al uso de la ciencia.
¿Qué sucedió realmente?
Para que estos cachorros pudieran existir, la firma estadounidense Colossal Biosciences Inc tomó ADN del oído interno de un lobo terrible que vivió hace 72,000 años y de un diente de otro ejemplar de 13,000 años de antigüedad. Este material genético se mezcló con células de un lobo gris. Luego, los genes fueron editados para que los animales fueran más grandes y fuertes, se insertaron las células en los óvulos de una perra doméstica, y finalmente se implantaron esos óvulos en el útero de otra perra.
Sin embargo, es crucial resaltar que esta forma de “des-extinción” no debe considerarse como una solución a la crisis de extinción que enfrentan numerosas especies en la actualidad. “La disminución de la biodiversidad es un problema serio y complejo que no puede solucionarse solo con el regreso de especies extintas. La creación de especies en laboratorios no suple la función esencial de los ecosistemas naturales y la protección de la fauna actual”, destaca Agostina Rossi Serra, activista de Greenpeace Argentina y experta en biodiversidad.
Los nombraron Rómulo, Remo y Khaleesi. Tienen seis meses y ya son bastante grandes. Los dos primeros pesan 36 kg, lo que es un 25% más que el peso de un lobo gris a la misma edad, y miden 1.2 metros. En la adultez, podrían llegar a pesar hasta 68 kg, convirtiéndose posiblemente en los carnívoros más grandes del planeta. Un dato curioso proporcionado por la revista Time revela que su dieta consiste en carne de vaca, caballo y venado, además de otras vísceras y comida para cachorros.
“Estos animales, aunque resultan fascinantes desde un enfoque científico, no pueden reemplazar los ecosistemas enteros que se ven alterados por la extinción de una especie”, aclara Rossi Serra.
¿Dónde se encuentran actualmente los cachorros de lobo terrible?
Se encuentran en una reserva natural en Estados Unidos, aunque su ubicación exacta es un secreto.
Entonces, ¿son idénticos a los lobos terribles que existieron hace 10,000 años?
La contestación es un NO. “Estamos haciendo copias funcionales de algo que anteriormente estaba vivo”, comentó Beth Shapiro, la directora científica de Colossal.
Esto se debe a que los investigadores han realizado modificaciones en 14 genes para producir un animal con rasgos físicos parecidos a los del lobo terrible original, el cual era más grande y tenía una mandíbula más poderosa que los lobos de hoy.
Además, algunos genetistas señalaron que no se pueden considerar estos cachorros como verdaderos lobos terribles, ya que no han sido criados en un grupo con otros de su especie, lo que les impide aprender los comportamientos típicos de su raza.
En este sentido, Daniel Salamone, veterinario y presidente del CONICET, quien habló con Radio Mitre, estuvo de acuerdo en que “no se puede afirmar que el lobo revivido sea un ejemplar genuino”. También expresó preocupaciones sobre las implicaciones ecológicas y éticas del proyecto, especialmente en un contexto en el que la conservación de las especies actuales es una necesidad urgente.
Por otro lado, Rossi Serra añadió un punto importante: “El manejo de recursos genéticos para proteger especies actuales mediante el almacenamiento de material genético es un avance positivo para la ciencia. Sin embargo, enfocarse en «revivir» especies desaparecidas no soluciona la gran pérdida de biodiversidad que enfrentamos hoy.
No debemos esperar que la ciencia y la tecnología reemplacen la conservación de hábitats y especies que aún existen”.
¿Estamos ante una situación parecida a la de la película Jurassic Park? Salamone comparó esta idea con la famosa película para resaltar algunas semejanzas: “En Jurassic Park, extraían ADN de dinosaurios usando un mosquito atrapado en ámbar”. Al igual que en la historia ficticia, donde los científicos debían rellenar los vacíos del ADN con material de otros seres vivos, en esta ocasión, los investigadores de Colossal Biosciences usaron ADN antiguo de lobos terribles obtenido de fósiles para formar el genoma, añadiendo genes de lobos grises actuales para completar el perfil genético del animal extinto.
El presidente del CONICET también subrayó que, similar a lo que ocurría en Jurassic Park, que mostraba animales con características y comportamientos inusuales, este lobo que ha sido “desextinto” podría exhibir rasgos y acciones que no son precisamente las del lobo terrible original.
Este paralelo nos recuerda que la genética de especies que han desaparecido es una práctica que puede tener resultados impredecibles en los ecosistemas, que han evolucionado en su ausencia, permitiendo que nuevas especies se establezcan en los nichos ecológicos que antes ocupaban las antiguas. La protección y restauración de los sistemas naturales deben ser nuestra principal preocupación, no la creación de seres que alguna vez vivieron en la Tierra.
Finalmente, Salamone destacó lo esencial que es centrar los esfuerzos científicos en proteger las especies que existen hoy en día y respetar los ecosistemas naturales.
«La lección que debemos tener en cuenta es que la conservación de la biodiversidad que tenemos actualmente debe ser nuestra prioridad. Los intentos de traer de vuelta especies extintas no deberían hacernos olvidar la necesidad urgente de salvaguardar la vida que aún persiste,» concluye Rossi Serra.