Se calcula que en los últimos 10 años, la humanidad ha producido mayor cantidad de plásticos que en todo el resto de su historia. La sobreutilización de este material ha causado estragos en el medioambiente. Los científicos llevan tiempo descubriendo restos de microplásticos (partículas de menos de 5 milímetros) en el océano, las playas, los polos, las nubes y hasta en los animales.
Pero la producción masiva de envases plásticos también se ha convertido en una amenaza para la salud humana. Según datos provistos por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos cada año se utilizan entre 500 billones y un trillón de bolsas y envases plásticos. ¿Dónde terminan la gran mayoría de ellos? Diseminados en el océano y la atmósfera.
Desde allí llegan a los peces y mariscos que las personas consumen, o son absorbidos por el sistema respiratorio hasta llegar a cada uno de sus órganos. Diversas investigaciones han demostrado la presencia de microplásticos en los pulmones, el estómago, los intestinos, e incluso en el corazón y el cerebro de los seres humanos.
Los riesgos de los plásticos para la salud humana
Durante la última reunión del comité de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un grupo de investigadores del CONICET presentó un informe que advierte acerca de la falta de regulación que existe sobre los más de 13 mil compuestos químicos usados en la fabricación de plásticos en todo el mundo.

Los científicos afirman que casi un 25% de esos químicos son sustancias que perjudican al sistema endocrino de los seres humanos, aumentando considerablemente el riesgo de padecer enfermedades crónicas como la diabetes e incrementando las posibilidades de ser infértil. Pero además, los expertos sostienen que podrían existir otros peligros para la salud que aún no ha sido posible identificar debido a la falta de información.
Microplásticos en los bebés
Recientemente, una serie de investigaciones llevadas a cabo por científicos de la Universidad de Viena, en Italia, revelaron la presencia de microplásticos desde el inicio de la vida. El equipo de investigadores descubrió partículas microscópicas de este material tanto en la placenta como en muestras de leche materna de las mujeres analizadas.
De acuerdo con los autores del estudio, estas partículas podrían llegar fácilmente hasta el cerebro a través del torrente sanguíneo e incrementar la inflamación en este órgano vital. Este síntoma está directamente relacionado con enfermedades neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson.
Problemas cognitivos en los niños a causa de componentes tóxicos de los plásticos
El Bisfenol A es un contaminante altamente tóxico que se utiliza en la producción de la gran mayoría de los plásticos que se usan en la vida diaria. Recientemente, un grupo de científicos del Instituto de Investigación Sanitaria de Granada (España) ha descubierto que este componente estaba presente en altas proporciones en niños de entre 9 y 11 años que manifestaban evidentes problemas cognitivos durante su adolescencia.
A través del estudio del Bisfenol A durante más de un cuarto de siglo, los investigadores lograron establecer que este sintético presente en cubiertos, vasos y platos de plástico de un solo uso puede producir alteraciones en el ADN de los niños afectando su reproducción, su sistema inmunológico, su metabolismo y aumentando el riesgo de padecer enfermedades como el cáncer de próstata o de ovarios.
Respirando plástico
En el Reino Unido, un grupo de investigadores demostró cómo los pulmones son incapaces de filtrar las micropartículas de plástico. Tras analizar muestras de tejido pulmonar de 13 personas durante cirugías, encontraron microplásticos de hasta 0,003 milímetros en 11 de ellas. Estas partículas estaban compuestas en su mayoría por polipropileno (PP), utilizado comúnmente en la fabricación de recipientes para alimentos y tuberías, y por tereftalato de polietileno (PET), presente en botellas de agua, tejidos, cosméticos y algunos medicamentos.

Estos hallazgos demuestran la necesidad de limitar la producción de plásticos a nivel mundial para proteger tanto la salud del medioambiente como la de los seres humanos. Organizaciones medioambientales como Greenpeace u Oceana han abogado desde hace año para que los gobiernos ejerzan controles más firmes sobre la producción de estos materiales nocivos. Pero medidas como la restricción del uso de bolsas plásticas han demostrado que estas leyes solo funcionan si están acompañadas de la voluntad de cada individuo por comprometerse en el cuidado del planeta.