
Entre mayo de 2024 y mayo de 2025, Chile registró 23 días de calor extremo debido al cambio climático. Así lo afirma un estudio reciente llevado a cabo por los centros World Weather Attribution, Climate Central y el Centro del Clima de la Cruz Roja. Esto quiere decir que cada uno de esos días tuvo temperaturas superiores a las registradas en el 90% de los días de las últimas dos décadas.
Esta cifra no hace más que reflejar lo que organizaciones ambientalistas como Greenpeace Chile vienen advirtiendo desde hace años, que el calentamiento global se está acelerando en la región andina. Mientras tanto, este fue el año más caluroso de la historia a nivel mundial, algo que afectó las vidas de 4 mil millones de personas.
Esto equivale a casi la mitad de la población mundial, que debió soportar prácticamente un mes entero con temperaturas muy por encima de las habituales. En cuanto a Chile, el calor extremo se sintió con fuerza en varias regiones, desde el norte desértico hasta la zona central y el sur, impactando tanto en la vida cotidiana como en la economía local.
Y de acuerdo con diversos informes de la Dirección Meteorológica de Chile, la última década ha sido la más cálida en la historia del país. Esto explica por qué las olas de calor prolongadas y la disminución de las precipitaciones se están convirtiendo en la norma. De más está decir que estas temperaturas tienen un efecto directo en la salud, la agricultura y los ecosistemas de Chile.
Cambio climático: ¿Qué quiere decir calor extremo?
El estudio internacional define a los días de calor extremo como aquellos con temperaturas más altas que el 90% de los días registrados en el período 1991-2020. En el caso puntual de Chile, los 23 días adicionales de calor extremo representan ¡más de 3 semanas de condiciones meteorológicas que superan los límites normales!

Los científicos que realizaron el estudio destacan que, en un mundo sin calentamiento global, la frecuencia de estos días de calor extremo sería de tan solo la mitad de lo que es actualmente. Esto significa que el cambio climático está doblando los golpes de calor. Pero además, los registros marcan una mayor duración de las mismas, lo que afecta la capacidad de recuperación de la población y de los ecosistemas.
Como consecuencia, la agricultura, la ganadería y la pesca enfrentan riesgos mayores. Esto se debe a que los cultivos padecen el estrés térmico, las fuentes de agua se evaporan más rápido y la fauna local debe adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones climatológicas. A esto hay que sumarle el aumento de la demanda energética y las fallas de las redes eléctricas ocasionadas por las olas de calor.
¿Cómo impacta el calor extremo en la salud y la vida cotidiana?
El calor extremo tiene consecuencias directas en la salud de las personas. De acuerdo con los expertos a cargo del estudio, estas nuevas condiciones aumentan los casos de muerte prematura, agravan enfermedades preexistentes como cardiopatías y problemas respiratorios, y aumentan la incidencia de los golpes de calor.
Los grupos más vulnerables (como en todo lo que tiene que ver con el cambio climático) son los adultos mayores, los niños, las mujeres embarazadas y quienes trabajan a la intemperie. Además, la exposición prolongada al calor impacta en la vida cotidiana de la población, haciendo que la gente trabaje más lento o que los chicos falten a la escuela.
Pero además, las olas de calor también influyen en la calidad del sueño, el bienestar mental y la capacidad de concentración. Y por si fuera poco, genera mayor presión sobre los sistemas de salud, que deben adaptar sus protocolos y recursos para responder a emergencias derivadas del calor extremo.
Finalmente, el calor tiene un impacto indirecto sobre la seguridad alimentaria. Cuando las sequías y las olas de calor se prolongan, se reduce la disponibilidad de alimentos frescos y se complica la producción de energía hidroeléctrica, por lo que pude faltar el suministro de agua potable en varias regiones del país.

¿Cómo tratar este problema?
A nivel internacional, muchas ciudades de Asia, Europa, Norteamérica y Australia están implementando diversos planes para adaptarse al calor extremo. Por ejemplo: modernizando las infraestructuras, construyendo edificios adaptados al nuevo clima y regulando el trabajo para proteger a los empleados expuestos al calor.
Además, existen programas de capacitación para la salud pública con el objetivo de atender de mejor manera las emergencias ocasionadas por el calor extremo. Para ello es clave que exista una coordinación entre las autoridades municipales, los hospitales y los equipos de respuesta a desastres naturales.
Sin embargo, en Latinoamérica, la falta de recursos, la escasa planificación urbana y la limitada conciencia sobre los riesgos del calor extremo hacen que no se estén implementando estas políticas de prevención. Por lo que es importante que los protocolos se actualicen para enfrentar las sequías históricas y que los ciudadanos aprendan a resistir de mejor manera las olas de calor.