El cambio climático aumenta la pobreza infantil en América Latina

Hombre carga a un niño sobre su espalda mientras camina por una calle inundada con el agua hasta el pecho.

Un informe reciente llevado a cabo en conjunto por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) puso la lupa sobre los peligros que el cambio climático depara para las infancias de América Latina y el Caribe. 

De acuerdo con las proyecciones de los expertos, para 2030 casi 6 millones de personas menores de 25 años podrían vivir en situación de pobreza. Esto, en el escenario más optimista. ¿Las causas? Los fenómenos climáticos extremos como sequías, inundaciones y olas de calor, que afectan la seguridad alimentaria, la salud y el acceso a la educación de niños y adolescentes.

El informe también destaca que, a menos que los gobiernos de la región comiencen a establecer políticas climáticas, estas cifras podrían ¡triplicarse, llegando a casi 18 millones de jóvenes en situación de pobreza! Por este motivo, organizaciones ambientalistas como Greenpeace abogan para que se proteja a la población más vulnerable a la par que se trabaja para mitigar los efectos del cambio climático. 

De lo contrario, la falta de medidas urgentes hará que aumente la desigualdad, exacerbando los problemas sociales que ya aquejan a este sector de la población. Además, los especialistas destacan que el impacto del cambio climático en los jóvenes no se limita al presente inmediato, sino que puede afectar de forma notable sus futuros por falta de empleo, educación o acceso a servicios básicos. 

¿Por qué los niños son más vulnerables a los efectos del cambio climático?

Los niños y adolescentes son los más afectados por el cambio climático debido a su menor desarrollo físico y emocional. A esto se suma su dependencia de los medios de vida de sus familias. Cuando ocurre un evento climático extremo (como un huracán o una inundación) suelen interrumpirse servicios como la educación, la salud y es más complicado garantizar la seguridad alimentaria.

Esto aumenta las probabilidades de que los niños y adolescentes sufran de enfermedades, malnutrición y hasta desplazamientos forzados. Con el tiempo, estas desigualdades generan un ciclo de pobreza intergeneracional que deja a los niños en serias desventajas. 

Por otro lado, los cuerpos en crecimiento y los sistemas inmunológicos en desarrollo de los niños y adolescentes los vuelven más vulnerables a olas de calor, sequías y tormentas intensas. A esto se suma el estrés ambiental, que afecta su bienestar psicológico, aumentando la ansiedad y el impacto emocional. 

Por este motivo, los expertos señalan que proteger a la infancia requiere acciones diferenciadas según las edades y las necesidades de cada grupo. ¿Cuáles son las principales? Garantizar acceso a agua potable, nutrición adecuada y educación para prevenir daños a largo plazo. 

Cuando el dinero no alcanza para proteger a las infancias

Uno de los grandes desafíos que el informe identificó es la distribución del financiamiento climático internacional. En la actualidad, solo el 3,4% de los fondos se destinan a servicios esenciales para la infancia, como salud, educación, nutrición y acceso a agua y saneamiento. Esta falta de inversión limita la capacidad de los países para proteger a los niños frente a desastres naturales y crisis ambientales.

En un contexto global en el que reinan los recortes presupuestarios y la falta de cooperación internacional, millones de niños enfrentan una crisis climática y social sin precedentes. Y mientras no aparezcan los recursos necesarios, será imposible implementar las medidas adecuadas para crear sistemas de protección social que resguarden a los niños frente al cambio climático.

¿Qué políticas hacen falta para salvar a los niños?

La CEPAL y UNICEF consideran que es primordial tener en cuenta a los niños en las políticas climáticas, asegurando que cada decisión considere el impacto en ellos. Esto implica diseñar acciones específicas según etapas de desarrollo, garantizando la continuidad de la educación y la protección social frente a emergencias.

Entre las medidas recomendadas se incluyen programas de adaptación escolar, fortalecimiento de sistemas de salud y nutrición, y planes de gestión de riesgos climáticos que prioricen a los más vulnerables.