
El cambio climático continúa su avance sin piedad sobre el planeta y sus habitantes. ¿Sus nuevas víctimas? Las poblaciones de renos y caribúes que habitan el Ártico. De acuerdo con diversos estudios paleontológicos, genéticos y análisis del clima, la población de estos animales, conocidos científicamente como Rangifer tarandus, podría disminuir hasta en un 80% para el año 2100 como consecuencia de este fenómeno.
A lo largo de la historia, los cambios climáticos han sido graduales, permitiendo a los renos y caribúes la adaptación. Pero actualmente, las temperaturas aumentan a un ritmo acelerado y el hielo se derrite de forma significativa, comprometiendo la resiliencia de la especie. Los cambios abruptos en la vegetación hacen que no dispongan de alimento y deban desplazarse, quedando expuestos a sus depredadores. ¡Esto podría ocasionar un declive en su población como no se ha visto en más de 20 mil años!
Esta disminución no solo significaría una pérdida biológica, sino también una amenaza para la cultura y la subsistencia de las comunidades del Ártico que veneran a estos animales y dependen de ellos para alimentarse. Además, su desaparición podría generar un efecto dominó en todo el ecosistema, alterando la capacidad del suelo para almacenar dióxido de carbono y agravando aún más el cambio climático.
Es por eso que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha advertido al mundo acerca de las terribles consecuencias del calentamiento global, que además de provocar pérdidas masivas de especies, está transformando los ecosistemas terrestres y marinos. Ante este escenario, organizaciones ambientalistas como Greenpeace continúan luchando para que los gobiernos de esta zona del mundo tomen medidas urgentes que protejan sus hábitats antes de que sea tarde.
¿Cómo impacta el cambio climático en la tundra del Ártico?

El calentamiento global provoca que los renos y caribúes modifiquen su distribución. Esto genera hábitats más pequeños y, en consecuencia, extinciones en ciertas regiones aisladas. En América del Norte, por ejemplo, las simulaciones de los expertos indican que para finales de este siglo habría una ¡pérdida de población de hasta un 84%!
Este declive generará un efecto en cadena que alteraría todo el clima global, ya que estos animales llevan a cabo labores imprescindibles para la biodiversidad vegetal del lugar. Si desaparecen, la dinámica de los suelos se vería afectada, haciendo a su vez que se liberen enormes cantidades de dióxido de carbono almacenado en las plantas del Ártico.
En otros períodos, como el Holoceno, estas especies lograron sobrevivir a episodios de calentamiento huyendo hacia regiones más altas y frías. Pero hoy en día, la velocidad del cambio climático y la destrucción que enfrentan los ecosistemas de tundra les impide adaptarse.
¿Cuál es el rol ecológico de los renos y caribúes?
Estos animales son imprescindibles para la regulación de los ecosistemas de tundra. A medida que se desplazan en busca de alimento, van dispersando semillas de diferentes especies vegetales. De esta manera contribuyen al control de las plantas y ayudan a mantener la biodiversidad de su hábitat.
Por otro lado, su presencia influye en la acumulación y liberación de carbono en los suelos, un factor clave para mitigar los efectos del calentamiento global. Si desaparecieran, se alterarían por completo los ciclos naturales, haciendo que la tundra quede mucho más vulnerable a padecer sequías, incendios y cambios de temperatura extremos.
Efectos directos sobre el clima mundial
Si los renos y caribúes desaparecieran, se liberarían enormes cantidades de carbono acumulado en los suelos del Ártico. Esto a su vez, exacerbaría el calentamiento global y aceleraría aún más la pérdida de hielo en la región. Este fenómeno es una muestra clara de cómo la conservación de las especies es esencial para la estabilidad climática mundial.

Para evitar que esto suceda, es necesario que los países del norte del planeta apliquen políticas ambientales que preserven a estos animales. Para ello es fundamental que se preserven sus hábitats, pero además, que se tomen medidas urgentes para disminuir la quema de combustibles fósiles y transicionar hacia energías limpias como la solar o la eólica. Solo así será posible poner un freno a la crisis climática.