
Horacio Beláustegui, biólogo especializado en medio ambiente y presidente de la Fundación Biosfera, ofreció en enero de 2025 una entrevista para CNN que suena como una alarma urgente sobre los riesgos inminentes del cambio climático.
Con voz firme, advirtió: “Debemos disminuir para el 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Por qué? Las consecuencias serán irreversibles, ya que estos gases no se destruyen de un día para otro y su concentración atmosférica será altísima”.
Desde el inicio, dejó claro que el futuro ya es presente: los eventos extremos se suceden y amplían su magnitud. Calor extremo, incendios, inundaciones y sequías dejaron esta consigna evidente.
Beláustegui habló sobre un escenario climático complicado si no hay actos inmediatos:
- La dependencia de combustibles fósiles—carbón, petróleo y gas—produce los gases de efecto invernadero responsables del calentamiento actual. Estos gases persisten, generan acumulación atmosférica y agravan los efectos en las próximas décadas.
- La brecha de tiempo para actuar se estrecha: las emisiones deben reducirse drásticamente antes de 2030, o los procesos se volverán incontrolables.
También aseguró que hoy en día estamos bajo una crisis ambiental que ya es social y económica:
“El calentamiento global no es solo una crisis ambiental, sino también social y económica”.
- Existen estudios que conectan el cambio climático con mayores incidencias de derrames cerebrales, trastornos psiquiátricos y enfermedades cardiovasculare.
- También alertó sobre el salto en cantidad y severidad de incendios forestales, que afectan la biodiversidad, los recursos naturales y la calidad de vida humana.
Eventos extremos: alerta roja
Argentina comenzó el 2025 con “la peor anomalía climática de la región”, según informes de la OMM y Climate Central: casi un grado por encima del promedio histórico en el primer trimestre, de acuerdo con Greenpeace.
Esto se tradujo en inundaciones, olas de calor y otros fenómenos que provocaron miles de desplazados internos y múltiples impactos sociales y económicos.
Beláustegui subrayó que estos eventos no son excepciones: son síntomas de un sistema climático desequilibrado.
Según el ambientalista, no alcanza con medidas simples. ¿El motivo? Aseguró que se necesita una política pública coordinada, con nada más y nada menos que planes de mitigación y adaptación que integren a gobiernos, sociedad civil y sector privado.
Bajo este escenario, la educación ambiental es muy esencial: ciudadanos informados pueden adaptarse mejor y exigir transformaciones reales desde la comunidad.
«Las emisiones no se destruyen de un día para otro, se convierte en una sentencia: hay un límite de tiempo que se estrecha”, aseguró.
La urgencia planteada pse enmarca también en advertencias internacionales, tales como la de Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, quien confirmó que 2024 fue el año más cálido registrado, con niveles de gases de efecto invernadero récord, y otras, como las de la ONU, por su parte, que sugirieron reducir de forma drástica las emisiones en 2025 para evitar la catástrofe climática.
