
Pupy, la última elefanta que ha permanecido desde 1993 en el ex zoológico de Buenos Aires, ha comenzado su entrenamiento para hollar el camino hacia un santuario en el Mato Grosso. De este modo, se acercará un poco más a su libertad.
A lo largo de cinco días largos, llenos de tensión y emoción, un grupo de expertos del Ecoparque y del santuario intentaron que Pupy entrara en una caja de metal, que será el contenedor utilizado para su transporte. Sin embargo, mover a una elefanta que no ha salido de su entorno no es una tarea fácil. «Mara [la primera elefanta asiática que dejó el Ecoparque en el 2020] era distinta. Ella había estado en un circo y estaba acostumbrada a los traslados y a subirse y bajarse de un camión frecuentemente», señalaron los empleados del Ecoparque.
En contraste, Pupy es más salvaje. No solo es de origen africano, sino que nunca ha abandonado su espacio y, además, perdió a su compañera y guía, Kuky (quien falleció el 22 de octubre del año pasado), afirmaron sus entrenadores. Históricamente, los elefantes han sido controlados con un instrumento conocido como bullhook, que es como un gancho (y todavía se utiliza en muchos países), con el que los cuidadores llegan a sus áreas más vulnerables. Pero actualmente, en el Ecoparque se realiza todo con el mayor respeto hacia los animales. Durante esos cinco días en los que se planeaba iniciar el viaje, la tensión fue intensa.
Hubo momentos de incertidumbre cuando se veía a Pupy entrar en la caja lentamente y usar su trompa para recoger lo que se le ofrecía. ¿Lograrían los cuidadores cerrar la puerta del contenedor para dar inicio a la travesía? ¿Se lo aceptaría?, eran las dudas que surgían en esos instantes. «Pupy decide el ritmo», contestaba el equipo del Ecoparque, al mismo tiempo paciente y nervioso.
Mientras tanto, Scott Blaise, director del Santuario de Elefantes y reconocido especialista en estos animales, trabajó incansablemente durante esos cinco días aplicando sus métodos persuasivos para que Pupy se dispusiera a comenzar su largo viaje hacia la libertad. Sin embargo, al final, ella definió los tiempos.
El entrenamiento
La estructura metálica a la que viajará, que es la misma utilizada para su adiestramiento, fue diseñada para que el animal pueda recorrer cerca de tres mil kilómetros que la separan del Santuario de Elefantes en Brasil, situado en Las lomadas de Chapada dos Guimarães.
Allí se reunirá con Mara, con quien compartió jaula en el Ecoparque, y también con Guillermina, Rana, Bambi y Maia. Todas ellas son elefantas asiáticas, rescatadas de circos y zoológicos de diferentes países de América Latina. A dónde se llevará a la elefanta. La distancia que hay que recorrer es de cerca de 2700 kilómetros.
Pupy coexistió durante 30 años con Kuky y también con Mara, en espacios reducidos dentro de los pocos metros cuadrados del Palacio de los Elefantes, que fue edificado en 1904 y es una copia de un templo hindú. El antiguo zoológico de Buenos Aires, que ahora se ha convertido en Ecoparque, es uno de los pocos que aún permanecen en el mundo.
Este se asemeja a los zoológicos europeos creados por Carl Hagenbeck, un alemán excéntrico que fue pionero en sugerir jardines zoológicos con un estilo circense, donde los recintos imitaban la arquitectura del país de origen de cada animal que habitaba en ellos.
El Ecoparque se edificó sobre el “Parque de las fieras”, que pertenecía a Juan Manuel de Rosas, un hombre de poder de aquella época que contaba con su propia colección de animales salvajes. La posible partida de Pupy marcará el final de un capítulo en la historia del Ecoparque. La transformación que comenzó hace más de ocho años, que incluyó la reubicación de más de 1000 animales salvajes, llegará a su fin.