La escasez del agua en España se ha vuelto un problema recurrente y es necesario que se tomen medidas urgentes. No solo se está contaminando, sino que se está malgastando sin límites. Greenpeace es consciente de ello y propone una serie de medidas para proteger uno de los recursos más necesarios para el desarrollo de la biodiversidad y la vida humana en el planeta tierra.

La escasez del agua avanza en la península ibérica
El 75% del territorio español es susceptible de sufrir desertificación y se estima que en el país podría haber hasta 1 millón de pozos ilegales sustrayendo agua de los acuíferos.
Por otro lado, la contaminación por nitratos afecta el 23% de las aguas subterráneas y su calidad.
Ante este panorama, ¿cuál es el origen del problema?
La península ibérica viene sufriendo períodos de sequía desde hace mucho tiempo. Se trata de un fenómeno meteorológico habitual por su situación geográfica. Sin embargo, la emergencia climática ha agravado este proceso, ya que provoca que los períodos sin precipitaciones sean cada vez más intensos y duraderos. Si a esto le sumamos una pésima gestión de los recursos hídricos, la situación es mucho más alarmante.
La realidad es que la población española está consumiendo una cantidad de agua muy superior a lo que se puede permitir como país mediterráneo. Y la cuestión es que este consumo desmedido no se produce necesariamente en los hogares, sino principalmente en sectores como la agricultura y la ganadería industriales.
Los enormes campos de cultivo intensivos que se extienden en algunas zonas del país se llevan el 80% del agua dulce. Además, alrededor de muchos de ellos proliferan los pozos ilegales, con los que se sustrae agua de los acuíferos españoles. Mención aparte se merecen los proyectos de ocio como playas artificiales o campos de golf en zonas claramente afectadas por la escasez de agua.
Como si esto no fuera suficiente, muchos municipios no están depurando correctamente el agua y vierten microplásticos, fármacos y otros productos químicos al medio ambiente. Una situación similar ocurre con la industria, la cual disemina sustancias con escasos controles.
Por otro lado, el creciente modelo de agricultura y ganadería industriales tiene también mucho que ver con la contaminación del agua debido a los excrementos del ganado que liberan nitratos, antibióticos y otras sustancias; además del uso masivo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos.

¿Cuál es la aparente solución?
Es necesario enderezar la insensata política hídrica que gestiona España e ir a la raíz principal del problema: el destructivo sistema agroalimentario predominante. El derecho al agua por parte de los sectores productivos e industriales no debe anteponerse al deber de las administraciones de mantener la calidad del agua y el medio ambiente.
Entre las propuestas a llevar a cabo, se destacan las siguientes:
- Detener el crecimiento de las demandas de agua, ya sea en el regadío, la industria o el sector de ocio, de modo que se ajusten a la reducción de caudales disponibles debido a los efectos del cambio climático.
- Dejar de depender de proyectos de trasvases masivos y de la construcción de infraestructuras hidráulicas a gran escala, que a menudo tienen un impacto negativo en los ecosistemas acuáticos.
- Emprender acciones para abordar las fuentes de contaminación que afectan a nuestras aguas superficiales, subterráneas y costeras, preservando así la calidad del agua.
- Trabajar en un plan que incremente la superficie destinada a la agricultura ecológica y promueva la utilización de variedades de cultivos locales que sean resistentes a las condiciones climáticas.
- Transformar los sistemas de riego intensivo y superintensivo en prácticas agrícolas que sean sostenibles y consuman menos agua.
- Frenar la creación de nuevos proyectos de ganadería industrial y frenar la expansión de los existentes, impulsando en su lugar la producción ganadera extensiva, de alta calidad y respetuosa con el medio ambiente.
- Disminuir en un 50% la cabaña ganadera intensiva para el año 2030.
- Promover una dieta sostenible que se base en el consumo de productos de origen vegetal, ecológicos, de temporada y locales, reduciendo así la demanda de agua asociada a la producción ganadera.
- Tomar medidas para clausurar los numerosos pozos ilegales que existen en todo el país, evitando la extracción no regulada de agua subterránea.
- Ajustar las políticas forestales para garantizar una gestión sostenible de los recursos hídricos en los ecosistemas forestales, dada la condición de España como el país más árido de Europa.
- Establecer regulaciones que limiten las instalaciones de ocio que requieren grandes cantidades de agua, como campos de golf y parques temáticos, especialmente cuando están cerca de áreas protegidas o zonas costeras.

¿Qué está haciendo Greenpeace ante la escasez del agua en España?
Greenpeace lleva años alertando sobre la grave situación de la escasez del agua en la región y sobre la imperiosa necesidad de adaptar el consumo a la meteorología de un país mediterráneo; especialmente ante la intensificación de los episodios de sequía que trae el cambio climático.
El trabajo de la organización pretende presionar para que se promueva una gestión eficiente de los recursos hídricos de una vez por todos, así como para que se tomen medidas en los delitos relacionados con el robo y la contaminación del agua. Asimismo, busca que estos entes transformen el modelo agroalimentario industrial.