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Amazonas en riesgo: ¿cómo impacta el fenómeno de El Niño?

Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature reveló que los árboles en el Amazonas, en vez de almacenar carbono, podrían comenzar a emitirlo como mecanismo de supervivencia ante el aumento de la temperatura como consecuencia del cambio climático y el fenómeno de El Niño. 

El fenómeno de El Niño y el cambio climático en el Amazonas

Los bosques tropicales intactos son un componente clave del sistema terrestre, ya que almacenan y absorben grandes cantidades de carbono. Los cambios derivados de las condiciones climáticas en cuanto a su capacidad para capturar y retener carbono en forma de biomasa pueden tener repercusiones significativas en la evolución del cambio climático en sí mismo. 

Entre los procesos cruciales que determinan el equilibrio de carbono en estos ecosistemas se encuentran las tasas de crecimiento de los árboles, que contribuyen al almacenamiento de carbono en la biomasa, y su mortalidad, que transfiere el carbono a la necromasa.

Además, tanto el crecimiento como la mortalidad parecen depender estrechamente de la disponibilidad de agua para las plantas, la temperatura y sus variaciones. La sensibilidad de los bosques tropicales al calentamiento y la sequía atmosférica representa una de las principales fuentes de incertidumbre en los modelos relacionados con la vegetación y el ciclo climático del carbono.

Según una investigación reciente, los bosques tropicales de América del Sur pierden su capacidad de absorber carbono de la atmósfera cuando las condiciones se tornan excepcionalmente cálidas y secas.

Hasta ahora, se habían estado extrayendo más carbono de la atmósfera del que liberaba, un proceso que había mitigado el impacto del cambio climático. Sin embargo, durante un evento climático de El Niño que provocó sequías y las temperaturas más altas jamás registradas, los bosques del Amazonas en América del Sur no pudieron continuar actuando como sumideros de carbono. 

¿Qué es el fenómeno de El Niño?

El fenómeno El Niño es un evento natural que se caracteriza por las fluctuaciones de las temperaturas en el océano en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial, y está asociado con cambios en la atmósfera. Este fenómeno ejerce una influencia significativa en las condiciones climáticas de diversas partes del mundo.

Se encuentra entre los patrones más relevantes de la variabilidad climática interanual, que implica alteraciones en la circulación atmosférica que pueden persistir desde varios meses hasta unos pocos años. 

El Niño y La Niña representan las componentes oceánicas, mientras que la Oscilación del Sur corresponde a la componente atmosférica, y juntos forman el fenómeno conocido como El Niño/Oscilación del Sur. Este fenómeno consta de tres fases: El Niño, La Niña y una fase neutra.

El fenómeno se presenta de manera irregular y suele repetirse cada dos a siete años. Se declara una fase de El Niño o La Niña cuando las temperaturas del mar en el Pacífico oriental tropical aumentan o disminuyen en 0,5 °C por encima o por debajo del promedio durante varios meses consecutivos.

En 2015-2016, esto resultó en un clima excepcionalmente cálido en América del Sur, y un evento similar está ocurriendo en la actualidad.

¿Hacia dónde va el carbono que no absorben los bosques tropicales?

La investigación sobre los efectos del episodio de El Niño en el Amazonas proporcionó una visión de cómo el clima cálido y seco sin precedentes afecta a los bosques. 

Este estudio fue realizado por las redes de investigación RAINFOR y PPBio, que involucraron a más de 100 científicos que llevaron a cabo mediciones en 123 parcelas experimentales durante varias décadas, abarcando una amplia gama de bosques en la región amazónica y atlántica, así como en zonas más secas de América del Sur tropical.

Los registros detallados, árbol por árbol, revelaron que la mayoría de los bosques habían actuado como sumideros de carbono durante la mayor parte de los últimos 30 años, con un crecimiento de especies que superaba la mortalidad. 

Sin embargo, durante el episodio de El Niño en 2015-2016, este efecto se revirtió debido al aumento de la mortalidad de los árboles relacionado con el calor y la sequía.

En el estudio, también se destacó que los bosques más afectados por el episodio de El Niño eran aquellos que ya tenían un clima relativamente seco a largo plazo. Esto fue una sorpresa, ya que se esperaba que los más húmedos fueran los más vulnerables al clima extremadamente seco.

Los bosques en la periferia del bioma del bosque tropical, adaptados a condiciones más secas, resultaron ser los más vulnerables a la sequía, lo que sugiere que algunos árboles ya estaban operando en condiciones límite.

El ecólogo de la Universidad de Leeds, que supervisó la investigación, señaló que a pesar de la intensidad del episodio de El Niño, los bosques intactos no se vieron más afectados que en sequías anteriores, lo que ofrece esperanza sobre la resiliencia de la naturaleza tropical de América del Sur.

Sin embargo, se observó un aumento en la mortalidad de árboles en las zonas más secas de la periferia amazónica, donde los bosques ya estaban fragmentados. Esto subraya la importancia de tomar medidas para proteger estas áreas.

En un contexto más amplio, la deforestación contribuye a crear un ambiente más cálido y seco, lo que pone aún más en riesgo a los árboles restantes. 

Por lo tanto, el principal desafío radica en conservar los bosques, ya que, según las evidencias encontradas en el terreno, estos pueden seguir desempeñando un papel crucial en la captura de carbono, en la protección del Amazonas y en la lucha contra el cambio climático y las consecuencias del fenómeno de El Niño.