Trabajadores exigen protección urgente aumentan las muertes en Estados Unidos

Trabajadores con cascos y carteles protestan en una calle de la ciudad exigiendo protección contra el calor extremo durante las jornadas laborales.

Un hombre cae muerto en plena obra, bajo el sol, sin sombra, sin agua, sin descanso. Su hijo lo esperaba en el porche con un guante de béisbol. El partido jamás ocurrió. La escena la relató Kenneth Seal, del Sindicato Internacional de Pintores, en una protesta en Washington. “Esta historia no es rara”, dijo. “Le pasa al padre, al hermano, a la madre de alguien, porque creemos que aguantarán. Pero la resistencia no previene el golpe de calor. La planificación sí”.

La frase resume la urgencia detrás de más de una docena de manifestaciones realizadas esta semana por trabajadores que reclaman normas federales claras para enfrentar el calor extremo, que ya está cobrando vidas. El marco: las audiencias iniciadas por OSHA (Administración de Seguridad y Salud Ocupacional) sobre la primera norma nacional de protección térmica.

Durante las audiencias, los representantes empresariales pidieron “flexibilidad” en lugar de umbrales fijos. Marc Freedman, de la Cámara de Comercio, se opuso al límite de 27 °C propuesto por OSHA, a pesar de que la ciencia lo identifica como la línea crítica donde comienzan los riesgos graves: “90 grados en Phoenix no es lo mismo que 90 en Maine”, dijo. Cuando le preguntaron si tenía evidencia de que 27 °C no representaban un peligro, respondió: “Es lo que me dicen mis empleadores”.

Pero del otro lado, las voces personales retumban más. Jazmín Moreno Domínguez habló en nombre de su padre, que lleva tres décadas trabajando en Arizona, soportando temperaturas de más de 43 grados. “Un verano quedó grabado para siempre: mi papá llegó a casa irreconocible, pálido, empapado, sin fuerzas. No hubo atención médica, ni días pagos. No había ninguna política para evitarlo”.

Hoy él sigue en el mismo trabajo, con un chaleco refrigerante y una bufanda mojada al cuello, “luchando por sobrevivir”.

Durante las audiencias de OSHA, representantes empresariales expresaron su rechazo a una regulación general. Marc Freedman, de la Cámara de Comercio de EE. UU., argumentó que “90 grados en Phoenix no es lo mismo que 90 grados en Maine”, y criticó el umbral de 27 °C como punto de activación, a pesar de que estudios científicos lo reconocen como la “línea de muerte por calor”.

La propuesta se basa en datos sólidos: una revisión de 14 estudios que analizaron 570 muertes concluyó que casi todas ocurrieron cuando el índice de calor superaba los 27 grados. Aun así, Freedman pidió subir ese umbral y flexibilizar las exigencias.

El senador Ed Markey también habló al respecto y dejó a entrever un dato más que perturbador. “El calor ya está matando a nuestros trabajadores: en cocinas, en galpones, en camiones. No podemos permitir que sigan muriendo porque no hay reglas claras”, afirmó. Markey impulsa una ley que obligue a OSHA a implementar medidas urgentes, sin esperar años de trámites.

“Cada mañana un trabajador marca su entrada antes del amanecer”, cerró Moreno Domínguez. “Lo mínimo que merece es la certeza de que va a volver a su casa con vida. Eso es lo que estamos pidiendo”.