
En conmemoración del Día Internacional de la Biodiversidad, que se celebra el 22 de mayo con el lema “Armonía con la naturaleza y desarrollo sostenible”, Greenpeace hace un llamado sobre la seria crisis que enfrenta la biodiversidad tanto a nivel global como nacional. Resalta que la rápida desaparición de especies y ecosistemas pone en riesgo no solo la salud del planeta, sino también la seguridad alimentaria, el acceso al agua y la estabilidad del clima.
La Evaluación Mundial de Biodiversidad (IPBES, 2019) indica que el cambio en la naturaleza durante los últimos 50 años es sin precedentes en la historia humana. Se estima que cerca del 25 % de las especies de animales y plantas analizadas están en peligro de extinción, y que la población de especies nativas ha disminuido un 20 % en la mayoría de los biomas terrestres. Los factores principales que impulsan esta crisis son el cambio climático, la deforestación, la sobreexplotación de recursos naturales, la contaminación y la urbanización.
“Estamos perdiendo especies fundamentales y ecosistemas enteros a un ritmo preocupante. Esta pérdida es irreversible y nos deja más vulnerables ante la crisis climática y los fenómenos meteorológicos extremos que se presentan con mayor frecuencia”, comenta Agostina Rossi Serra, experta en biodiversidad de Greenpeace Argentina.
La biodiversidad no solo necesita ser protegida debido a su valor intrínseco: también es un aliado clave en la lucha contra el cambio climático. En Argentina, especies como el yaguareté, la ballena franca austral y el guanaco realizan funciones ecológicas fundamentales que mantienen el equilibrio de los ecosistemas y aumentan su capacidad de adaptación.
Ecosistemas como los pastizales, humedales como las marismas y los bosques nativos funcionan como sumideros de carbono, filtran el agua, estabilizan el suelo y ayudan a mitigar fenómenos climáticos extremos.
Las soluciones basadas en la naturaleza son iniciativas que utilizan el poder de los ecosistemas naturales para enfrentar problemas sociales como el cambio climático, la escasez de agua, la disminución de la biodiversidad y la susceptibilidad a desastres naturales. Se estima que estas soluciones podrían aportar hasta el 37 % de la reducción requerida para abordar la crisis climática para el año 2030.
Implementar estrategias de este tipo en Argentina requiere restaurar y conservar ecosistemas esenciales.
Esto se logra al combinar conocimientos científicos y saberes locales, además de asegurar la participación activa de las comunidades en la gestión sostenible de los recursos naturales.
Así, se convierte en una herramienta fundamental para crear un futuro más equitativo, resiliente y en sintonía con el planeta.
Greenpeace enfatiza la necesidad urgente de establecer políticas públicas que se enfoquen en la conservación y restauración de hábitats, así como en una transición energética justa. Esto implica dejar atrás los combustibles fósiles y garantizar una matriz energética que sea limpia y sostenible.
“Todavía hay tiempo para prevenir un colapso ecológico. Sin embargo, es necesario adoptar medidas estructurales, contar con ambición climática y realizar un cambio profundo en nuestra relación con la naturaleza”, finalizó Rossi Serra.