
El informe reciente de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES) ha revelado una dura realidad: un millón de especies de animales y plantas están actualmente en peligro de extinción. Esta crisis, que podría provocar la desaparición de muchas de estas especies en pocas décadas, tiene raíces profundas en nuestras propias actividades.
1. Cambios en el uso de la tierra y el mar
Uno de los factores más destructivos para la biodiversidad ha sido el cambio en el uso de la tierra y el mar. La expansión de la agricultura y la ganadería a escala global han alterado gravemente los ecosistemas naturales. A nivel mundial, casi un tercio de la superficie terrestre está dedicada a la producción agrícola, y una gran parte de los recursos hídricos también se destinan a esta actividad. En particular, la deforestación para dar paso a tierras agrícolas ha sacrificado más de 100 millones de hectáreas de bosques tropicales.
Las actividades como la ganadería extensiva en América Latina y la cultivación de aceite de palma en el sudeste asiático han destruido hábitats esenciales para miles de especies. Además, los hábitats costeros han sido gravemente alterados por el desarrollo urbano, la acuicultura y la construcción de infraestructuras, afectando tanto a los ecosistemas marinos como a las comunidades humanas que dependen de ellos. Este cambio en el uso de la tierra, sumado a la expansión de las ciudades y la construcción de carreteras, ha llevado a la fragmentación del hábitat, lo que impide que muchas especies sobrevivan y se reproduzcan adecuadamente.
2. Explotación directa de organismos
La sobreexplotación de los recursos naturales ha tenido un impacto devastador en la biodiversidad. Desde la caza indiscriminada de especies hasta la sobrepesca en los océanos, los humanos hemos alterado el equilibrio natural de los ecosistemas. Con una población mundial en crecimiento, el consumo de productos animales, vegetales y minerales ha aumentado, lo que ha intensificado la presión sobre las especies.
En particular, la pesca ha sido una de las principales responsables de la disminución de las poblaciones marinas. Más de un 30% de las especies de peces están actualmente sobreexplotadas, y las capturas ilegales siguen siendo una amenaza constante. Esto no solo afecta a las especies, sino que también pone en peligro las economías locales que dependen de los recursos marinos. En los ecosistemas terrestres, la explotación forestal, la caza y la recolección de especies para el comercio ilegal también han contribuido a la pérdida de biodiversidad, llevando a muchas especies al borde de la extinción.
3. Cambio climático
El cambio climático es otro factor clave que está acelerando la extinción de especies. El aumento de las temperaturas globales, el cambio en los patrones de precipitación y el aumento en la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones están alterando los hábitats naturales. Este fenómeno no solo afecta a las especies que no pueden adaptarse al cambio, sino que también interrumpe las cadenas alimenticias y las interacciones ecológicas vitales para la supervivencia de muchas especies.
Por ejemplo, los arrecifes de coral, fundamentales para la biodiversidad marina, han perdido más del 50% de su masa en los últimos 150 años debido al calentamiento de los océanos. En tierra, la migración de especies se ha visto limitada por las barreras geográficas y humanas, impidiendo que muchas puedan adaptarse a los nuevos climas. La alteración de los hábitats y el aumento de las temperaturas están llevando a extinciones locales y a una reducción general de la diversidad biológica.
4. Contaminación ambiental
La contaminación es una de las principales causas indirectas de la pérdida de biodiversidad. La contaminación del aire, el agua y el suelo, junto con la acumulación de plásticos en los océanos, está afectando gravemente a miles de especies. Los metales pesados, los fertilizantes y los productos químicos tóxicos liberados por la industria y la agricultura han alterado los ecosistemas, contaminando tanto los hábitats terrestres como marinos.
En los océanos, los plásticos han invadido casi todas las áreas marinas, afectando a las especies que los confunden con alimento, desde tortugas hasta peces y aves marinas. Además, el exceso de nutrientes en los ecosistemas acuáticos ha creado lo que se conoce como zonas muertas, áreas donde la vida marina no puede sobrevivir debido a la falta de oxígeno. La acidificación de los océanos, causada por el aumento de CO2, también está alterando los hábitats marinos, afectando particularmente a las especies de corales y moluscos.
5. Especies exóticas invasoras
La introducción de especies exóticas invasoras ha tenido un impacto devastador en los ecosistemas naturales. El comercio internacional, los viajes y las actividades humanas han facilitado la propagación de especies que no pertenecen a un determinado entorno. Estas especies invasoras no solo compiten con las especies locales por los recursos, sino que también pueden traer enfermedades o alterar el equilibrio de los ecosistemas.
Las especies invasoras han invadido casi una quinta parte de la superficie terrestre del planeta, afectando gravemente la biodiversidad. Muchas especies nativas no tienen defensas naturales contra estas nuevas especies, lo que las pone en una desventaja competitiva. Este fenómeno, junto con la destrucción de hábitats naturales, ha acelerado la extinción de especies nativas y ha alterado la función de los ecosistemas.
Un cambio necesario: hacia una relación más responsable con la naturaleza
La extinción masiva de especies es una de las consecuencias más graves de nuestras acciones como especie. El informe de la IPBES señala que, para frenar esta crisis, es necesario un cambio transformador en la forma en que interactuamos con la naturaleza. Esto implica no solo la reducción de nuestras huellas de carbono y contaminación, sino también un cambio en nuestros patrones de consumo y una mayor protección de los ecosistemas naturales. Solo a través de un compromiso global y colectivo podremos detener la desaparición de especies y asegurar un planeta más equilibrado para las generaciones futuras.