La acidificación de los océanos ya está fuera de control

Arrecife submarino con corales abanico marrones y un cardumen de peces tropicales nadando en aguas claras

Un nuevo trabajo científico ha confirmado que otro de los parámetros vitales para mantener el equilibrio ambiental del planeta ha sido superado. Se trata de la acidificación del océano, un proceso silencioso pero devastador que afecta directamente la vida marina y sobre el cual ya habían advertidos lar organizaciones ambientalistas a nivel mundial, como Greenpeace. Los autores del estudio advierten que el daño está hecho y que el reloj corre en contra.

El sistema de medición que reveló la gravedad del problema

A mediados de 2009, un grupo de expertos propuso evaluar la salud del planeta mediante una serie de indicadores fundamentales. Entre esos elementos clave estaban el estado de la biodiversidad, la composición atmosférica y la acidez de los mares. Cuando se publicaron los primeros resultados, ya tres de esos límites habían sido cruzados. Catorce años después, la cifra aumentó a seis. Con esa información sobre la mesa, se hizo una advertencia: si el consumo de combustibles fósiles no se reducía, el problema en los océanos sería el próximo en sumarse a la lista. Ese momento ha llegado. Así lo confirma el nuevo estudio internacional liderado por equipos del Laboratorio Marítimo de Plymouth en Reino Unido, junto con investigadores estadounidenses. Uno de los científicos involucrados describió la situación con una frase alarmante: es como tener una bomba a punto de estallar.

El aumento del CO2 y su impacto en los mares

La acidificación ocurre porque los océanos capturan parte del dióxido de carbono que la humanidad emite al aire. Cuando ese gas entra en contacto con el agua, se producen reacciones químicas que reducen el pH, volviéndola más ácida. Esta transformación afecta a corales y a diversos sistemas marinos. El informe, publicado este 9 de junio, indica que en 2020 ya se habían sobrepasado los niveles considerados seguros. El umbral crítico está definido como una disminución del 20% en el pH respecto de los niveles preindustriales. Hace cinco años, cuatro de cada diez zonas de aguas superficiales habían superado ese límite. Y en las profundidades, el panorama era aún más preocupante: seis de cada diez regiones ya estaban afectadas. Helen Findlay, quien encabezó el trabajo, advirtió que la mayor parte de la biodiversidad marina no está en la superficie, sino bajo ella. Por eso, los cambios más severos pueden estar ocurriendo en sitios que no vemos. Y eso implica consecuencias posiblemente peores de lo que hasta ahora se sospechaba.

Impacto ambiental y consecuencias económicas de la acidificación

Steve Widdicombe, colega de Findlay en el mismo centro de investigación británico, alertó sobre la magnitud del problema. No se trata solo de un fenómeno ecológico, dijo. Están en juego también los medios de vida de comunidades enteras que dependen del mar. A medida que los niveles de acidez crecen, hábitats esenciales desaparecen y eso desencadena una reacción en cadena que afecta tanto a la fauna como a las economías costeras. Lo que está en riesgo no son solo especies, sino también sistemas productivos enteros. El problema afecta tanto a corales tropicales como a los que viven en zonas profundas, todos ellos fundamentales como lugares de refugio y crianza de muchas criaturas. Con la caída del carbonato cálcico, esas estructuras empiezan a deteriorarse. También sufren moluscos como las ostras, los mejillones y ciertos organismos microscópicos conocidos como mariposas de mar. Estas especies enfrentan una realidad cada vez más hostil: conchas que se debilitan, menor capacidad para crecer o reproducirse y tasas de supervivencia a la baja.

Una advertencia que exige respuestas urgentes

Jessie Turner, al frente de la Alianza Internacional para Combatir la Acidificación Oceánica, comentó que los datos son contundentes y que ya no hay margen para la indiferencia. A su juicio, los gobiernos deben tomar cartas en el asunto sin dilaciones. Muchas zonas clave para la vida marina ya han perdido las condiciones necesarias para albergar especies. Turner considera que dejar fuera este tema de las políticas centrales es un error que no se puede seguir cometiendo. El tiempo se agota y las decisiones deben llegar cuanto antes.

Una cumbre que puso el tema sobre la mesa

El informe coincidió con el inicio de una reunión internacional centrada en los océanos. Se trata de la Conferencia sobre los Océanos de la ONU, que este año puso especial atención en los impactos de la sobrepesca. En ese encuentro, el presidente español Pedro Sánchez anunció que su país tiene como meta proteger más del 25% de sus aguas marinas antes de fin de año. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, hizo una afirmación contundente en la apertura: sin un océano sano, no hay posibilidad de un planeta sano. Esa frase resume el espíritu de una cumbre que, por unos días, volvió a poner en primer plano una problemática que muchas veces queda relegada pese a su gravedad.