
El discurso de investidura de Donald Trump, como presidente de Estados Unidos en 2025, dejó claro que sus políticas tendrán un profundo efecto sobre el futuro del planeta, particularmente en lo que respecta al cambio climático. Desde la expansión de las perforaciones de petróleo hasta el retroceso en los compromisos climáticos internacionales, las decisiones que se mencionaron durante su discurso son preocupantes.
Una de las primeras promesas de Trump fue acelerar la extracción de petróleo y aumentar las exportaciones de gas natural. Durante su discurso, destacó que el “oro líquido bajo nuestros pies” sería clave para restaurar la prosperidad económica de Estados Unidos. Esta visión, que favorece la expansión de la industria de los combustibles fósiles, es preocupante en un contexto de emergencia climática global. Estados Unidos, como el segundo mayor contaminante de gases de efecto invernadero, podría ver un incremento significativo en sus emisiones de carbono, lo que afectaría directamente los esfuerzos por mitigar el calentamiento global.
Las perforaciones masivas en busca de petróleo, junto con el uso intensivo de combustibles fósiles, se traducirán en más gases de efecto invernadero en la atmósfera, acelerando el cambio climático. Además, las medidas que Trump ha propuesto para suavizar las regulaciones ambientales y revocar las normativas clave para la protección del aire y el agua pondrán en riesgo los avances alcanzados en los últimos años para combatir la crisis climática. Estas políticas podrían generar consecuencias aún más devastadoras en el futuro cercano.
El retroceso en los acuerdos internacionales y la lucha climática
Uno de los puntos más controvertidos del discurso de Trump fue su intención de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París. Si bien esta decisión ya se tomó en su primer mandato, parece que el nuevo gobierno insiste en deshacer los avances en la lucha contra el cambio climático. El Acuerdo de París, firmado en 2015, tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales. Sin embargo, con la retirada de Estados Unidos de este acuerdo, los esfuerzos internacionales para alcanzar esta meta se verían seriamente debilitados.
La industria de combustibles fósiles se beneficiaría enormemente de estas decisiones, lo que llevaría a un retroceso en los esfuerzos para fomentar las energías limpias y reducir las emisiones de gases contaminantes. Esto es especialmente alarmante si se tiene en cuenta que el planeta ya experimenta los efectos del cambio climático en forma de incendios forestales, temperaturas extremas y la destrucción de ecosistemas. La promesa de Trump de priorizar la producción de petróleo y gas significaría que Estados Unidos seguiría siendo un obstáculo en el camino hacia una transición energética global más sostenible.
La reducción de esfuerzos en la transición ecológica
El discurso de investidura de Trump también dejó claro que su enfoque será completamente antagónico a la transición ecológica necesaria para mitigar los efectos del cambio climático. La priorización de los combustibles fósiles y la falta de apoyo a las energías renovables frenarán cualquier intento de reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, como exigen los científicos y las organizaciones internacionales. En lugar de invertir en fuentes de energía más limpias y sostenibles, Trump parece decidido a dificultar los avances en la energía solar, eólica y otras alternativas que podrían contribuir a un planeta más saludable.
Además, la reciente declaración de emergencia energética nacional por parte de Trump le otorga el poder de suspender algunas regulaciones ambientales, lo que podría facilitar aún más la expansión de las industrias extractivas. Esta medida también pone en peligro la investigación científica relacionada con la protección del medio ambiente, al minimizar la importancia de los esfuerzos por proteger los recursos naturales y frenar el deterioro del planeta.
Consecuencias a largo plazo para el clima y la sociedad
Las políticas anunciadas por Trump durante su discurso de investidura no solo perjudicarán el clima global, sino que también aumentarán la vulnerabilidad de comunidades y ecosistemas que ya sufren los efectos del cambio climático. El aumento de las temperaturas, el deshielo de los polos, la aceleración de la acidificación de los océanos y los incendios forestales cada vez más frecuentes son solo algunas de las consecuencias de la inacción climática de la administración Trump.
Si no se toman medidas inmediatas, la emergencia climática podría escalar aún más, dejando a millones de personas sin recursos naturales, con un acceso limitado al agua potable y expuestas a eventos climáticos extremos. A largo plazo, las políticas pro-petróleo de Trump podrían agravar aún más las desigualdades sociales y económicas, afectando especialmente a los países más vulnerables que ya enfrentan los mayores desafíos climáticos.