
En la actualidad, la biodiversidad mundial se encuentra en un declive alarmante, con una pérdida de entre el 2% y el 6% cada década, según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES). Este fenómeno, impulsado por la actividad humana, está afectando gravemente a los ecosistemas, la disponibilidad de agua, la seguridad alimentaria y la salud humana, mientras intensifica los efectos del cambio climático.
La pérdida de biodiversidad no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa de las actividades humanas. Los expertos del IPBES destacan que las principales causas incluyen el cambio en el uso de la tierra, como la expansión de la agricultura y la ganadería, la pesca industrial, la extracción de recursos naturales no sostenibles (como el petróleo y el gas), y la contaminación. Estos factores alteran gravemente el equilibrio de los ecosistemas, afectando a las especies animales y vegetales que dependen de ellos. A nivel global, más del 50% de la población ya está experimentando los efectos de esta pérdida, lo que impacta directamente en la seguridad alimentaria y el acceso a agua limpia.
El impacto de esta crisis no solo se limita a los aspectos medioambientales. La economía mundial también se ve afectada, dado que se estima que más de la mitad del Producto Bruto Interno (PBI) global depende de la naturaleza para su funcionamiento. La destrucción de ecosistemas está hipotecando el presente y futuro económico de las naciones, afectando sectores clave como la agricultura, la pesca y la energía.
La situación en Argentina: desafíos y soluciones
Argentina, un país con una geografía rica en biodiversidad, enfrenta desafíos significativos debido a la explotación intensiva de sus recursos naturales. Entre 2000 y 2018, se perdieron aproximadamente 6,5 millones de hectáreas de bosques nativos debido a los desmontes, un factor que agrava la situación de la biodiversidad en el país. Además, los incendios forestales que afectaron más de 2 millones de hectáreas entre 2020 y 2023 han acelerado la destrucción de estos ecosistemas vitales. A esto se suman los problemas derivados de la falta de legislación adecuada para la protección de humedales y la reducción de los fondos destinados a la conservación.
A nivel local, se requieren medidas urgentes para proteger la biodiversidad, como una mejor implementación de la ley de bosques, políticas más estrictas sobre la deforestación y un mayor financiamiento para proyectos de conservación. Es esencial abordar estas cuestiones de manera integrada, entendiendo que la biodiversidad, el agua, la salud y el cambio climático están interrelacionados, tal como lo señala el informe de IPBES.
Soluciones basadas en la naturaleza y el cambio hacia una agricultura sostenible
Para mitigar los efectos de la pérdida de biodiversidad, los expertos proponen soluciones basadas en la naturaleza. Estas incluyen la conservación y restauración de ecosistemas clave como bosques, manglares y humedales, que desempeñan un papel fundamental en la captura de carbono, el filtrado de agua y la regulación del clima. Por ejemplo, los bosques son esenciales para asegurar el suministro de agua limpia, ya que filtran y regulan el agua que llega a millones de personas en todo el mundo.
Además, el informe subraya la importancia de avanzar hacia dietas sostenibles, lo que implica transformar el sistema alimentario para reducir su impacto negativo en el medio ambiente. La agroecología es una de las estrategias más recomendadas, ya que permite mejorar la eficiencia en el uso de recursos y reducir la contaminación. Adoptar prácticas agrícolas más sostenibles puede contribuir significativamente a la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático.