
A principios de agosto, la Unión Europea dio un enorme paso para cuidar el medioambiente de los residuos electrónicos. A través de una nueva normativa aprobada por el Consejo y el Parlamento Europeo, se buscará combatir la obsolescencia programada para reducir la cantidad de desechos de artículos eléctricos y electrónicos, y a su vez, fomentar el ahorro entre los ciudadanos incentivándolos a reparar sus electrodomésticos.
Mediante este acuerdo los fabricantes se encuentran obligados a ofrecer repuestos para sus productos defectuosos durante al menos 10 años después de su venta. Esta modificación no solo beneficiará a los consumidores, sino que se espera que reduzca considerablemente la dependencia del continente de materias primas extranjeras.
Pero además, esta normativa tiene como objetivo disminuir la cantidad de residuos electrónicos en todo el planeta, ya que como ya ha denunciado la organización ambientalista Greenpeace en varias ocasiones, la mayoría de los residuos de esta clase terminan acumulándose en vertederos de países en desarrollo.
¿Por qué la obsolescencia programada es enemiga del medioambiente?
La obsolescencia programada es una práctica que desde hace varios años ha diseñado la industria de los electrodomésticos y de la tecnología en general para limitar la vida útil de sus productos con la finalidad de obligar a los consumidores a adquirir nuevos modelos de los mismos. Esta estrategia, ampliamente criticada por los defensores del medioambiente, ha contribuido a que los residuos electrónicos alcancen niveles alarmantes en todo el planeta.

Y si bien no es un problema nuevo, la magnitud que ha alcanzado la crisis de residuos a nivel mundial ha hecho que los gobernantes europeos consideren la necesidad de abordarlo. Es inaceptable que los consumidores se vean “obligados” a reemplazar aquellos productos que aún podrían ser útiles, solo porque no existen repuestos o porque las reparaciones son más costosas que comprar un nuevo producto.
La decisión de la Unión Europea (UE) de forzar a los fabricantes a ofrecer repuestos para sus productos durante una década, no solo permitirá alargar la vida útil de los electrodomésticos y artículos electrónicos, sino que además reducirá el consumo de materias primas como el litio o el cobre que, en muchas ocasiones, son extraídas de países en desarrollo por trabajadores pobres, bajo condiciones laborales terribles y en perjuicio de su medioambiente local.
Exportando basura electrónica
De acuerdo con datos recientes provistos por la propia Unión Europea, durante 2023, los 27 países miembros enviaron ¡más de 350 mil toneladas! de desechos electrónicos hacia el continente africano. Estos residuos, que en su gran mayoría contienen sustancias tóxicas, terminan acumulándose en vertederos informales, donde contaminan el suelo, el agua y el aire de diversas naciones de África.
Como suele suceder con las consecuencias del deterioro del medioambiente, quienes más las padecen son las personas más vulnerables del planeta. Al no contar con la infraestructura necesaria para gestionar estos desechos de manera segura, las personas y los ecosistemas de estas comunidades se ven expuestas a graves problemas de salud y daños irreversibles.

Beneficios económicos de las reparaciones
Al facilitar el acceso a repuestos y reparaciones, la nueva reglamentación de la UE fomentará el desarrollo de una economía más circular, donde los productos se reutilicen en lugar de ser desechados. Esto no solo beneficiará al medioambiente, sino que traerá grandes ventajas a los consumidores, ya que podrán ahorrar dinero al no tener que reemplazar sus electrodomésticos con tanta frecuencia.
Pero además, se espera que este cambio impulse la creación de nuevos empleos en el sector de las reparaciones. Con más personas eligiendo reparar en lugar de reemplazar, los expertos vaticinan que habrá una revitalización de esta industria que ha estado en declive por culpa de la obsolescencia programada. Por otro lado, podría haber un crecimiento en innovación, con más empresas dedicadas a lograr que sus productos sean más duraderos y fáciles de reparar.
Un ejemplo para el resto del mundo
El derecho a reparar implementado por la UE debería servir de ejemplo para que los demás países del planeta también adopten un modelo de consumo más sostenible. La crisis de residuos electrónicos ha alcanzado niveles insostenibles a nivel mundial, y es necesario tomar medidas para reducir su impacto.
Es fundamental que otros países adopten políticas similares y que cada consumidor cambie su mentalidad y empiece a valorar más la durabilidad y la reparabilidad de los productos que compra. Solo a través de un cambio de paradigma en la industria será posible construir un futuro más sostenible.