Glaciares en baja, el impacto invisible que altera la biodiversidad del hielo

 Glaciares en baja, el impacto invisible que altera la biodiversidad del hielo

Los glaciares son mucho más que hielo. Son archivos del clima, reservorios de agua y, aunque parezca increíble, refugios de vida. En ellos, a miles de metros sobre el nivel del mar, existen ecosistemas que apenas empezamos a comprender. Microorganismos, insectos diminutos y algas que prosperan en condiciones extremas. Pero la crisis climática está acelerando su desaparición antes de que la ciencia siquiera logre conocerlos. Según una publicación de la organización ambientalista Greenpeace, el derretimiento de los glaciares no solo amenaza a los pueblos que dependen de ellos como fuente de agua, sino también a una biodiversidad casi invisible que ha sobrevivido durante milenios en los márgenes del hielo.

Biodiversidad oculta que laten bajo la nieve

Durante mucho tiempo, los glaciares fueron vistos como desiertos congelados. Sin embargo, la investigación científica más reciente demuestra que bajo su aparente quietud existe una sorprendente diversidad biológica. Maurus Bamert, director del centro de educación ambiental Pro Natura Aletsch, lo resume con asombro: nadie espera encontrar vida sobre el hielo, y sin embargo allí habita una compleja comunidad que prospera en la nieve y el frío. En la superficie de los glaciares viven los colémbolos, también llamados “pulgas de los glaciares”, insectos microscópicos que se alimentan de algas y hongos. Solo en los Alpes europeos se identificaron cinco nuevas especies en el último año. También hay bacterias, gusanos, hongos y hasta diminutas arañas que cazan a otros invertebrados. Todo ese entramado invisible sostiene un equilibrio que ahora se encuentra en riesgo.

El frágil engranaje de la vida que fluye desde el hielo

Más allá de los organismos que viven sobre la nieve, existen otros que dependen directamente del agua que nace de los glaciares. En los ríos alimentados por el deshielo se desarrollan comunidades de invertebrados que filtran el agua y reciclan nutrientes. Lee Brown, investigador de la Universidad de Leeds, explica que son esenciales dentro de las llamadas “redes tróficas”, las cuales conectan el hielo con la tierra y el océano. Si esas especies desaparecen, toda la cadena alimentaria se debilita. El agua pierde calidad, los ecosistemas fluviales cambian y las especies que dependen de ellos, entre peces, aves y anfibios, también se ven afectadas. Cada glaciar que se derrite no solo libera agua: altera las relaciones ecológicas que durante siglos mantuvieron el equilibrio entre los sistemas más fríos del planeta.

Donde el hielo retrocede, la vida intenta comenzar de nuevo

En las zonas que el hielo deja al descubierto, los llamados terrenos proglaciares, comienza un proceso de recolonización. Son espacios inestables, cubiertos de sedimentos, donde las primeras formas de vida intentan abrirse paso. Francesco Ficetola, profesor de la Universidad de Milán y director del proyecto PrioritIce, describe ese proceso como “un esfuerzo combinado de organismos” por reconstruir hábitats nuevos. Con el tiempo, aparecen líquenes, musgos y pequeñas plantas. Luego llegan insectos y, más tarde, aves. Sin embargo, el ritmo de este renacimiento natural no puede competir con la velocidad del cambio climático. A medida que las temperaturas globales aumentan, las especies adaptadas al frío se ven empujadas hacia alturas cada vez mayores, donde el espacio disponible es cada vez menor. Los hábitats se reducen y las poblaciones se fragmentan, aumentando el riesgo de extinción.

El impacto silencioso sobre los ecosistemas de montaña

Las montañas funcionan como islas ecológicas. Cada una alberga especies endémicas, únicas, que no existen en ningún otro lugar del planeta. Tom Battin, investigador del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana, advierte que cuando desaparece la biodiversidad de las cumbres heladas, también se pone en peligro la de los ecosistemas más bajos. El hielo que se derrite deja de cumplir su función reguladora: menos agua en verano, más inundaciones en invierno, suelos erosionados y ciclos naturales alterados. Además, las comunidades humanas que dependen del deshielo, como campesinos, criadores y pobladores de valles glaciares, ven comprometidos sus medios de vida. El impacto no es inmediato, pero su efecto se acumula año tras año, como una herida que avanza lentamente.

Cuando se pierde un glaciar, se pierde una memoria

Más allá del daño ecológico, los glaciares son también testigos de la historia del planeta. En sus capas de hielo se conservan partículas del aire de hace miles de años, restos de erupciones volcánicas, de incendios, de cambios atmosféricos. Su retroceso borra esa memoria natural y cultural. En muchas regiones del mundo, además, los glaciares tienen un valor simbólico: son parte del paisaje espiritual de comunidades andinas, alpinas y del Himalaya. Cuando el hielo desaparece, con él se van también sus historias, sus ritos y las formas de vida que los rodean. Lo que ocurre en esas alturas, lejos de la vista cotidiana, no es un fenómeno aislado. Es una advertencia del presente. Porque lo que hoy se derrite en los glaciares terminará, tarde o temprano, afectando los ríos, los suelos y los océanos de los que depende toda la vida terrestre.