
De acuerdo con datos provistos por el observatorio climático europeo Copernicus, durante el mes de febrero de 2025, la cobertura de hielo marino alcanzó un mínimo sin precedentes a nivel global. Fue de apenas 16,04 millones de kilómetros cuadrados, la cifra más baja de la historia registrada para esta época del año.
El fenómeno fue producto de las temperaturas récord en las cercanías al Polo Norte, donde hubo zonas que estuvieron por encima de los 11 grados centígrados (con respecto a la temperatura promedio histórica). Además, febrero fue el tercer mes más cálido registrado a nivel global, con una temperatura media de 1,59 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
Y en las regiones cercanas al Ártico, las temperaturas estuvieron 4 grados centígrados por encima del promedio de las últimas 3 décadas. Expertos de organizaciones ambientalistas como Greenpeace advierten que estos números no solo representan un récord climático, sino que deberían instar a los gobiernos del mundo a tomar acciones que pongan un freno a la quema de combustibles fósiles.
La importancia del hielo marino para el planeta
Tanto en el Ártico como en la Antártida, el hielo marino cumple un rol fundamental para el planeta, ya que contribuye a regular su temperatura. A medida que disminuye, también lo hace su capacidad para reflejar los rayos solares. Por lo que, en aquellas zonas donde no hay hielo, el calor pasa a ser absorbido por el océano.
Esto crea una especie de ciclo en espiral en el que el calentamiento global se acelera y genera otra serie de efectos nocivos en cadena: desde cambios en las corrientes marinas, hasta la pérdida de hábitat para las especies que habitan en los polos, y cambios en el clima que se hacen sentir en cada uno de los continentes.
Números récord que asustan

Copernicus ha advertido que el hielo de la Antártida, que en febrero debería tener una gran cobertura, estuvo un 26% por debajo de su promedio mensual. Además, si se llegara a confirmar el mínimo anual alcanzado en marzo, sería el segundo más bajo registrado en 47 años de observaciones satelitales.
Pero en el Ártico, la cosa no es mucho mejor. Desde diciembre se vienen registrando mínimos mensuales históricos, y en febrero la extensión del hielo fue un 8% menor al promedio del mes. Esta pérdida de hielo está ocurriendo antes de que la región alcance su máxima superficie invernal, lo demuestra que el hielo no está llegando a formarse producto del calor.
¿Qué pasa cuando el hielo desaparece?
Este fenómeno no solo afecta a los ecosistemas polares, sino que tiene consecuencias sobre la circulación atmosférica y las lluvias de las zonas templadas del planeta. Sin embargo, las regiones de los polos son las más sensibles al cambio climático, ya que allí las temperaturas suelen aumentar el doble del promedio de la Tierra (por una anomalía denominada amplificación ártica).
A medida que el hielo desaparece se van liberando más gases de efecto invernadero del permafrost (la capa de hielo que suele permanecer congelada gran parte del año). Esto no hace más que agravar la crisis climática, ya que el permafrost contiene gases de efecto invernadero como el metano o el dióxido de carbono.
¿Qué podemos esperar en el futuro cercano?
El derretimiento del hielo va a modificar la presión atmosférica, lo que a su vez generará una alteración de los vientos en todo el mundo. ¿El resultado inmediato? Fenómenos extremos en las latitudes medias del planeta: desde lluvias torrenciales y sequías prolongadas, hasta olas de calor y frío inusuales.
Además, como el hielo marino es fundamental para la supervivencia de muchas especies, como osos polares, focas, pingüinos y aves marinas. Al perder su hábitat, estas especies pueden ver comprometida su existencia. Y tarde o temprano, toda la cadena alimentaria se verá afectada.

Y como los océanos almacenan el 90% del exceso de calor generado por las actividades humanas pero su capacidad de absorber calor ha llegado a un límite, parte de esa energía comenzará a regresar a la atmósfera, empeorando aún más el calentamiento global y sus efectos. Por lo que, a menos que los líderes mundiales tomen medidas drásticas, habrá nuevos récords de temperatura (y nuevos desastres climáticos) cada mes.