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Vista costera con una planta energética en Carlsbad, California, representando la transición de fuentes fósiles a energías limpias.

En diversas ciudades tales como Richmond o Albany, avanza una estrategia más que innovadora. La misma apunta a reemplazar redes de gas por sistemas eléctricos más limpios, sin dejar atrás a las comunidades de menores ingresos.

En la ciudad californiana de Richmond, Zenaida Gómez está lista para dejar atrás su cocina a gas. Durante más de diez años, cocinó allí para su familia, pero desde que su hijo comenzó a sufrir crisis de asma, sospechó que algo dentro del hogar contribuía a su malestar. “Creía que el aire contaminado era solo de afuera, pero también hay tóxicos puertas adentro”, dice Gómez, vecina activa y miembro de la organización comunitaria ACCE Action.

Esta organización impulsa una estrategia poco convencional pero en pleno crecimiento: la descarbonización a escala de vecindario, también conocida como descarbonización zonal. El objetivo no es solo quitar estufas a gas, sino desmantelar las redes completas que abastecen a las viviendas más vulnerables, reemplazándolas por sistemas eléctricos eficientes, paneles solares y baterías.

Cortar con el gas para mejorar la salud y el bolsillo

La idea nace de una realidad concreta: en zonas como Richmond, una de cada cuatro personas padece asma. En ese contexto, el grupo ACCE busca intervenir barrios como Iron Triangle, Santa Fe o Coronado, donde las tuberías de gas son viejas y costosas de mantener. Se proyecta electrificar hasta 80 viviendas en un piloto que podría replicarse a gran escala.

“No se trata solo de tecnología, sino de equidad”, asegura David Sharples, director local de ACCE. “Queremos que esta transformación no excluya a nadie por no poder pagarla”.

Albany: una ciudad que ya empezó

En la ciudad de Albany, al norte de Berkeley, también se avanza en este modelo. Con fondos federales del Departamento de Energía, la funcionaria Michelle Plouse lidera un plan para electrificar tres manzanas seleccionadas, priorizando hogares con bajos ingresos. 

En ese proyecto, vecinos y autoridades trabajan juntos: organizan reuniones, fiestas barriales y visitas puerta a puerta para sumar adhesiones. Por ley, se necesita el 100 % de aprobación, aunque una nueva norma permitiría avanzar con un 67 %.

Un modelo para el futuro

La Legislatura estatal aprobó la ley SB 1221, que habilita hasta 30 proyectos similares en cinco años. 

Según Tim Frank, del Consejo de Gremios de la Construcción, este tipo de obras permite generar empleo formal y de calidad, ya que la electrificación por bloques posibilita economías de escala y mejores condiciones para los trabajadores. “Queremos demostrar que este modelo no solo es viable, sino justo y eficiente”, señala.

Un cambio real en marcha

Gómez lo resume con claridad: “Hay vecinos que aún dudan, creen que es otra estafa. Pero cuando les explicás bien, entienden que esto puede cambiar nuestras vidas. No es un lujo: es salud, es dignidad, es el futuro”.