
Desde hace más de medio siglo, los efectos del cambio climático en el planeta vienen preocupando a los científicos. La emisión de gases de efecto invernadero ha ido aumentando considerablemente en las últimas décadas como consecuencia de la actividad humana y de prácticas como la urbanización de espacios verdes.
Esto ha generado que la crisis climática se agrave cada vez más, poniendo en riesgo la biodiversidad de los ecosistemas y a todos los seres vivos que habitan en ellos. Es por eso que, en un intento por combatir estos efectos, ha surgido un movimiento global conocido como rewilding. Esta práctica busca restaurar los ecosistemas dañados y devolverle a la naturaleza su capacidad de autorregulación mediante la reintroducción de especies autóctonas.
Recientemente, un estudio desarrollado por expertos de la Universidad de Yale y la Global Rewilding Alliance (un grupo internacional dedicado a promover y coordinar el rewilding en todo el planeta) reveló que la reintroducción de bisontes en su entorno natural puede tener un impacto significativo en la retención de carbono de los ecosistemas.
¿Cómo pueden ayudar los bisontes a combatir el cambio climático?
El bisonte europeo (Bison bonasus) es una de las dos especies de bisonte que existen en el planeta. La otra es el bisonte americano que habita en las praderas de Norteamérica. Hace casi 30 años, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza había clasificado al bisonte europeo como una especie «En peligro» de extinción. Sin embargo, en la actualidad se lo considera una especie «Vulnerable», gracias a la acción de organizaciones ambientalistas como Greenpeace.
El estudio llevado a cabo en conjunto por la Universidad de Yale y la Global Rewilding Alliance mostró que aquellos paisajes que contenían bisontes eran capaces de capturar hasta 10 veces más dióxido de carbono que aquellos pastizales donde no habitaban estos animales.

Las cifras son contundentes: un paisaje sin bisontes normalmente retiene un promedio de 5544 toneladas de dióxido de carbono por kilómetro cuadrado al año. Pero solo 170 bisontes en un territorio de 50 kilómetros cuadrados son suficientes ¡para multiplicar ese número por 10! Es decir que la retención de carbono puede alcanzar hasta 54,310 toneladas de carbono por kilómetro cuadrado. Estos resultados demuestran el papel crucial que los bisontes y otras especies podrían desempeñar en la lucha contra el cambio climático.
Rewilding: una solución efectiva contra el cambio climático
Gracias a estudios como este, que cuenta con el apoyo de una de las universidades más prestigiosas del planeta, la práctica del rewilding ha ido ganando terreno como una solución innovadora tanto para conservar la biodiversidad de los ecosistemas, como para mitigar el cambio climático. Pero, ¿qué es el rewilding?
Se trata de una estrategia para la conservación que tiene un enfoque progresista. Este enfoque consiste en dejar que los procesos naturales de la naturaleza y los seres vivos que habitan en ella contribuyan a restaurar las áreas degradadas o modificadas por las actividades humanas. Para ello utiliza prácticas como la reintroducción de especies clave (como el bisonte), la restauración de hábitats o la reducción de la intervención humana.

De este modo, el rewilding busca crear ecosistemas más salvajes y biodiversos, restableciendo el equilibrio natural de los mismos y permitiendo que la naturaleza se autoregule. Así, se consigue que los hábitats se vuelvan más autosuficientes y saludables, además de lograr que puedan adaptarse de mejor manera a los cambios ambientales a largo plazo.
Como sucedió en las praderas norteamericanas, el principio básico del rewilding es intervenir lo menos posible, en una etapa temprana, eliminando especies invasoras y sustituyéndolas por especies nativas. Pero además de producir una regeneración de los ecosistemas, los científicos notaron que estas prácticas contribuyeron a mejorar la captura de emisiones de carbono.
¿Cómo puede beneficiar el rewilding a las comunidades locales?
A medida que se restauran los ecosistemas naturales gracias al rewilding, se pueden crear oportunidades que fortalezcan las economías locales, por ejemplo, prácticas como el ecoturismo. Pero además, los paisajes saludables y biodiversos proporcionan recursos valiosos a los habitantes locales, como agua limpia y suelos fértiles, esenciales para la agricultura o la ganadería.
Es por eso que la participación de las comunidades locales es importantísima para el éxito de los proyectos de rewilding. Cuando las personas que habitan una región se involucran en la conservación de sus entornos naturales, se promueve una mayor conciencia y compromiso con la protección del medioambiente. Esto no solo fortalece el sentido de identidad y pertenencia de las comunidades, sino que las ayuda a reconocer el valor cultural y ecológico de sus tierras.