La contaminación industrial vuelve a poner en riesgo al río Paraná. En el mes de marzo de este año, un grupo de pescadores misioneros divisó una serie de manchas blancas en el agua de este afluente (uno de los más importantes de América del Sur). La denuncia desató una investigación que culminó con una sanción para la empresa Papel Misionero, perteneciente al Grupo Arcor.
La inspección realizada por especialistas del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de la provincia de Misiones confirmó que las descargas de la planta papelera en el río no eran tratadas correctamente para prevenir su contaminación. Teniendo en cuenta los resultados de los análisis de laboratorio realizados, la empresa fue obligada a pagar una multa de más de 70 millones de pesos por las infracciones ambientales detectadas.
Este incidente demuestra, una vez más, lo importante que es regular las actividades industriales del país para evitar que sus recursos hídricos se vean degradados. Lamentablemente, muchas veces los impactos ambientales en cuerpos de agua internos, como los ríos, no toman la misma relevancia a nivel mediático que los que ocurren en mares y océanos. Pero estos ecosistemas representan un recurso invaluable para la vida de los seres humanos y, por ende, deben ser protegidos mediante la ley.
¿Cómo repercute la contaminación industrial en el río Paraná?
Cuando los científicos analizaron las manchas blancas divisadas por los pescadores descubrieron que se debían a un problema grave: por un lado, la rotura de un caño de descarga de residuos de la papelera; por otro, una falla en la malla que se encargada de filtrar la celulosa. Y si bien la celulosa, en sí misma, no es tóxica para los seres humanos, cuando se encuentra en grandes cantidades en el agua puede ocasionar serios problemas ambientales.
Los resultados de laboratorio revelaron que la Demanda Biológica de Oxígeno (DBO) en el río Paraná, un parámetro crítico que mide el consumo de oxígeno necesario para descomponer la materia orgánica en el agua, superaba en 5 veces el límite permitido por la normativa vigente (deberían ser inferiores a 30, pero se registraron ¡valores DBO de 170!).
Esto sucede porque la celulosa es una materia orgánica que los microorganismos del río consumen. Pero para hacerlo, necesitan consumir grandes cantidades de oxígeno, haciendo que este elemento no esté disponible para otras formas de vida que habitan el río. Ante esta situación drástica, peces, reptiles y otras especies acuáticas corren el riesgo de extinguirse.
El impacto de la contaminación con celulosa en las algas y el fondo del río
A medida que la celulosa se descompone, también se van liberando en el río nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, que favorecen la proliferación excesiva de algas. Los expertos llaman a este efecto “eutrofización”. La eutrofización puede alterar de forma irreversible el equilibrio de los ecosistemas, ya que cuando las algas mueren y se descomponen, aumentan aún más la demanda de oxígeno.
Ante estas alteraciones, es normal que las características del agua cambien, por ejemplo, volviéndose turbia. Esta modificación de su aspecto dificulta que la luz penetre en ella, lo que hace que se alteren los hábitats naturales de cientos de especies. Pero por si esto fuera poco, la celulosa puede formar capas de sedimentos en el fondo del río que afectan la reproducción de peces y otros organismos que dependen de un suelo limpio para poder desarrollarse.
¿Qué sanciones recibió Grupo Arcor?
Tras la investigación, Grupo Arcor recibió dos multas de parte del Ministerio de Ecología. La primera, que asciende a más de 21 millones de pesos, corresponde a la infracción de la Ley XVI de Pesca. La otra, por un valor de casi 49 millones de pesos, se impuso bajo la Ley N° 25612 de Gestión Integral de Residuos Industriales.
Si bien resulta positivo que hay habido una sanción, lo cierto es que las cifras de las sanciones no representan un verdadero problema para una empresa del calibre de Grupo Arcor. Es por eso que organizaciones ambientalistas como Greenpeace Argentina continúan abogando porque el gobierno nacional tome medidas más duras contra las industrias que contaminan los recursos naturales del país.
Cabe recordar que este tipo de incidentes no solo destruyen la biodiversidad del río, sino que además tienen un impacto económico terrible en las comunidades pesqueras que dependen de él para sobrevivir, ya que la contaminación disminuye la cantidad y la calidad de los pescados. Por otro lado, los contaminantes pueden infiltrarse en el agua potable, poniendo en riesgo la salud de las personas que la consumen a diario.