Colombia lidera la lucha contra los plásticos de un solo uso en Latinoamérica

Con la reciente implementación de la Ley 2232, que prohíbe la producción y el uso de plásticos de un solo uso, Colombia no solo ha dado un paso decisivo hacia la sostenibilidad, sino que además se ha posicionado como un líder en la lucha contra la contaminación plástica en Latinoamérica. 

En un momento donde cada vez se hace más evidente la necesidad de proteger los ecosistemas de los desechos tóxicos, esta ley es una medida que contribuye a fomentar un cambio cultural en la sociedad para adquirir formas de consumo más sostenibles y responsables con el planeta. Además, esta norma se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2015 para la Agenda 2030. 

Este avance en la lucha contra la contaminación plástica es una muestra de cómo cuando los gobiernos se involucran en temas como la gestión de recursos y la protección del medioambiente, y toman medidas claras para proteger al planeta, es posible combatir las causas que contaminan el aire, el suelo y los océanos.

El contexto de la contaminación plástica en América Latina

De acuerdo con datos provistos por la ONU, en América Latina y el Caribe se generan más de 17 mil toneladas de desechos plásticos cada 24 horas. Y mientras algunos países ya han comenzado a realizar esfuerzos para regular el uso de estos materiales tóxicos, como Chile con la Ley REP y Costa Rica eliminando los plásticos de un solo uso en sus instituciones públicas, la realidad es muy distinta en otros países. 

En México, algunos estados, como por ejemplo la capital del país, han implementado leyes para restringir el uso de bolsas plásticas. Pero teniendo en cuenta que solo un 6% de los 7 millones de residuos plásticos generados al año en el país azteca se reciclan, queda claro que sigue siendo necesaria una estrategia más coordinada y comprometida.

Del plástico a los productos alternativos

La prohibición de plásticos de un solo uso en Colombia ha demostrado cómo cuando las leyes son firmes, surgen alternativas sostenibles. Diversas empresas locales están explorando opciones como bioplásticos, materiales compostables y productos reutilizables que no solo reducirán la dependencia de los plásticos tradicionales sino que además permitirán impulsar la economía verde en el país, abriendo nuevas oportunidades de negocio y empleo para sus ciudadanos. 

Por otro lado, y no menos importante, la transición hacia alternativas sostenibles es crucial para reducir la huella ambiental de Colombia. Al adoptar estos nuevos materiales, los países latinoamericanos pueden disminuir su impacto en los ecosistemas (por ejemplo, reduciendo las emisiones de dióxido de carbono y combatiendo el cambio climático) y en la salud pública (ayudando a disminuir problemas de salud relacionados con los plásticos). 

Educar para cuidar el medioambiente y cambiar la cultura

Tal vez uno de los mayores desafíos a la hora de implementar la Ley 2232 tiene que ver con lograr que los ciudadanos cambien sus hábitos de consumo. Para lograrlo, Colombia ha invertido en diversas campañas de educación y sensibilización que han permitido informar a sus ciudadanos sobre los beneficios de reducir el uso de plásticos para la salud de los personas y el medioambiente. Campañas como “The Ocean Cleanup” (que incorporó tecnología flotante para recoger plástico sin dañar la vida marina) o “¿Pitillos para qué?”, de la cadena de hoteles AccorHotels (que eliminó los sorbetes de plástico y los reemplazo por alternativas sostenibles como el bambú), han ayudado a cambiar los hábitos tanto de consumo como de producción de los colombianos. 

Además, acciones como “Colombia, #MejorSinPlásticos”, de la organización ambientalista Greenpeace Colombia, contribuyeron a presionar al gobierno para que se comprometa a gestionar de mejor manera los residuos sólidos y a eliminar los plásticos de uso único ¡desde el año 2018!  

¿Qué le depara el futuro a Latinoamérica?

El gran logro de Colombia contra los plásticos de un solo uso debería servir de ejemplo no solo para los países de la región latinoamericana, sino para todo el mundo. Las políticas sostenibles del país permitirán proteger los recursos naturales y contribuirán a luchar contra el calentamiento global que atraviesa el planeta actualmente. 

Pero este esfuerzo no será suficiente a menos que otros países tomen medidas similares. Solo a través de un cambio drástico en la gestión global de residuos plásticos será posible alcanzar un futuro más sostenible y responsable.