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Incendio en El Bolsón: más de 3.800 hectáreas arrasadas por las llamas

A finales de enero de 2025, El Bolsón enfrentó una grave emergencia con un incendio forestal que afectó una amplia extensión de tierras en la región. En tan solo 20 días, el fuego arrasó más de 3.800 hectáreas de bosque nativo. La situación que comenzó el 30 de enero en zonas de difícil acceso ha dejado huellas profundas, tanto en el ecosistema como en la comunidad local. 

El incendio se originó en la zona de Confluencia, un área clave situada en las afueras de El Bolsón. Este sitio, conocido por su belleza natural y sus senderos de montaña, fue el epicentro de las llamas que rápidamente se expandieron por la región. La cercanía a los refugios de montaña y áreas turísticas hizo que la evacuación fuera una prioridad para las autoridades locales.

Desde su inicio, el fuego se propagó rápidamente hacia el Área Natural Protegida Río Azul-Lago Escondido (Anprale), donde se concentran las principales áreas afectadas. El trabajo de los brigadistas ha sido arduo, con equipos desplegados en las zonas más complicadas para controlar el avance de las llamas y evitar que el fuego llegara a áreas urbanas o de gran valor ecológico.

Desafíos del terreno y la estrategia de contención

Una de las mayores dificultades para los combatientes ha sido el terreno irregular y montañoso que caracteriza a la región. Los brigadistas han tenido que trabajar en condiciones extremas, en lugares de difícil acceso, utilizando equipos especializados para controlar el fuego en áreas críticas como el Cajón del Río Azul. La geografía de la zona también hizo que los esfuerzos de extinción se dividieran en diferentes frentes.

Además, la presencia de vientos y altas temperaturas complicó aún más las labores. Sin embargo, las condiciones meteorológicas comenzaron a mejorar, con un descenso en la intensidad del viento y la posibilidad de lluvias, lo que brindó cierto alivio a los equipos de trabajo. Estos factores, sumados al uso de medios aéreos y el refuerzo de brigadas en puntos estratégicos, facilitaron la contención parcial del fuego.

La importancia de la guardia de ceniza

Una fase crucial del proceso de combate al incendio ha sido la «guardia de ceniza». Esta estrategia consiste en monitorear y controlar las áreas que, a simple vista, pueden parecer apagadas, pero que en realidad todavía conservan material combustible bajo la capa de cenizas. Este material, compuesto principalmente por residuos forestales, puede reavivar el fuego si no se controla adecuadamente.

Según los expertos, es fundamental realizar recorridos exhaustivos para detectar cualquier posible reactivación. Las cenizas, aunque aparentemente inofensivas, pueden generar focos de calor en profundidad, lo que representa un riesgo significativo si el viento o las condiciones de sequedad favorecen su propagación. La guardia de ceniza requiere de un monitoreo constante y de la intervención rápida para evitar que el fuego se reavive, lo que puede empeorar la situación.

Impacto en la comunidad y los esfuerzos de recuperación

El impacto en la comunidad local ha sido considerable. No solo se ha perdido una gran cantidad de bosque nativo, sino que las personas que viven y trabajan en la zona se han visto afectadas por la evacuación y las condiciones de emergencia. Afortunadamente, a medida que las tareas de extinción avanzan, la seguridad de los residentes mejora y se realizan trabajos para garantizar que el fuego no se propague nuevamente.

El trabajo conjunto entre las autoridades locales, brigadistas, bomberos y otros profesionales ha sido esencial para reducir el impacto de este desastre natural. La colaboración de diferentes equipos de distintas partes del país, como el Ejército, la Armada y los servicios provinciales, ha permitido llevar a cabo tareas de extinción más eficientes y efectivas.